“¡Paren de matarnos! Ovarios, garra, corazón. Mujer alerta, luchadora, organizada. Puño en alto y ni una menos. ¡Vivas nos queremos!”, rapea y rockea Miss Bolivia, junto a cuatro bailarinas en sincronía, envueltas en flashes de luces verdes en el gran escenario de Tecnópolis. Son las 22.45 de este domingo y miles despiden este ciclo veraniego en Villa Martelli: “Los Atardeceres de Tecnópolis”. Dos horas antes, el filósofo Darío Sztajnszrajber disertaba sin solemnidad sobre “filosofía y feminismos” junto a la periodista Luciana Peker: “Cuestionar al patriarcado es generar un mejor futuro para las nuevas generaciones”.
Fueron dos instantes clave de este domingo de cierre, de 18 a 23, de la fase estival de Tecnópolis, que había reabierto el 14 de febrero con sus instalaciones científicas y sus atracciones culturales renovadas para más de 500 mil asistentes en diez días: talleres de circo, titiriteros, músicos, bailarines, teatro, ópera, cine, kermés de la ciencia, dinosaurios, muestras de arte y juegos. Y esta cálida jornada final también significó otro inicio en Tecnópolis: la semana de actividades “Nosotras movemos el mundo”, que tendrá su punto cúlmine el 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres.
“El feminismo construye conocimientos para liberarnos de los mandatos violentos y de poder que buscan controlar el amor, el deseo y la sexualidad. Tenemos que desmarcarnos de las identidades que nos imponen. El futuro está en la ambigüedad”, analizó Darío Sztajnszrajber desde las 20 en La Nave de la Ciencia. Ante mil personas deconstruyó “el aparato ideológico y económico que sostiene el machismo y la idea de la mujer como un objeto a poseer”. Y la avezada cronista y escritora Luciana Peker repasó -con datos certeros, estadísticas y anécdotas poderosas- la larga marcha de los colectivos femeninos y de género, hasta el presente: “Estamos haciendo historia para que nadie pueda decidir sobre nuestros cuerpos”.
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Los aplausos de mujeres y hombres de 20, 30 y 40 años abarrotaron La Nave de la Ciencia hasta más de las 21, mientras afuera bajaba un poco el calor y se desplegaban las acciones multicolores de este domingo de adiós a “Los Atardeceres de Tecnópolis”. A más de cien metros, en el Escenario Banderas (al que llegaría Miss Bolivia, ya a las 22) habían pasado los grupos de percusión Cafundó y Elemi, y se aprestaba el espectáculo Taiko Legüero: la combinación de esos enormes tambores ancestrales japoneses y de bombos argentinos y guitarras vibrando con chacareras y zambas para bailar sin solemnidad. “¡Esto suena a Santiago del Estero! Pero también a Oriente. Es un diálogo impresionante”, dijo el referencial Cuti Carabajal, invitado sorpresa para esta conjunción sonora, moderna y atemporal.
Pasando la calle principal de Tecnópolis y los mega-pabellones con la Muestra “Máquinas e inventos de Leonardo Da Vinci”, el Espacio El Cubo con la intervención circense Gulubú Marambá (dedicada al universo de María Elena Walsh y coordinada por Gerardo Hochman), y hasta una Muestra de Autos Presidenciales, más lejos se vivía otro pulso entre los árboles. Al lado de un espacio de venta de panchos, hamburguesas y cervezas artesanales, en el alto Galpón Mil Horas se desplegaron acciones paralelas también como apertura conceptual de la semana “Nosotras movemos el mundo”, organizada por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad junto al Ministerio de Cultura nacional.
A las 18, allí llegaron las intervenciones performáticas de danza a cargo de Andrea Servera, junto a una DJ. A las 19, la cantautora y antropóloga Paula Maffía y su amiga, la guitarrista Lucy Patané, empoderaron sus canciones rockeras y sensuales con fuerte espíritu punk y sus letras sin banalidades. Una hora más tarde pasó Tita Print, y, a las 21, las Kumbia Queers dispararon el baile sensual y sin vergüenzas de un gran colectivo en su mayoría queer: de chicos, chicas y chiques de todos los colores y looks, encendidos por el ritmo caribeño en los códigos y las poesías del Conurbano.
A la par de las vibraciones cumbieras, en las paredes del Galpón Mil Horas se podían ver las fotos del Archivo de la Memoria Trans y el Archivo de fotógrafas de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), con registros de luchas populares enfocadas en mujeres y personas LGBTI+. Desde una larga mesa al centro, el colectivo Wacha ofrecía una producción compartida de collages y pegatinas alusivas -con cuerpos e identidades diversas-, cerca de donde la editorial Eloísa Cartonera había brindado un taller de encuadernación sin límites generacionales.
Eran las 21.50, a las Kumbia Queers les quedaban cinco, diez minutos, y ya se venía Miss Bolivia en el Escenario Banderas, frente a la explanada de césped en que culmina la segunda calle central del predio de Villa Martelli. Seguido por la directora de Tecnópolis, María Rosenfeldt, el Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, observó una vez más los collages y las fotos trans en el Galpón Mil Horas y le dijo a TN.com.ar: “La reapertura de Tecnópolis fue muy importante, con más de medio millón de personas a lo largo de diez días. Estamos felices de poder construir, entre todos, este espacio cultural para la ciencia y la tecnología. Además elegimos arrancar aquí la Semana ‘Nosotras movemos el mundo’, que seguirá los días 4, 5, 6 y 7 de marzo, en el CCK, con más de 300 artistas y 50 especialistas”.
Bauer adelantó: “Evaluaremos esta primera fase de Tecnópolis 2020 para tomar las decisiones de cara a su futura reapertura”. Allá lejos, en el vasto playón de entrada, algunos pasaban por el mega-arco luminoso en el que titilaban las consignas de cara al 8M. Otros buscaban encuadres de selfies bajo el enorme dinosaurio que mira a la General Paz, y más dejaban atrás el viejo avión de Aerolíneas Argentinas junto a la alambrada para tomar los colectivos de regreso a Buenos Aires.
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En el ángulo opuesto de Tecnópolis, Miss Bolivia agitaba con su rap y su flow de cumbias y reggaetones sin machismo a las chicas y chicos con pañuelos verdes en el puño y las caderas iluminadas por la dulce noche de luna creciente, también la oían los padres y niños con el mate caliente y con un sudor más leve. A las 22.30, los pabellones y sectores estratégicos de este adiós la Tecnópolis veraniego ya comenzaban a enfriar sus luces: el microteatro; la pista de Skatepark, con DJ’s; el Espacio 525 con los juegos interactivos ¡Cuánto cuento! (también inspirados en María Elena Walsh); el Espacio de la Energía YPF con pantallas en 360 grados y un cine 4D; el Domo INCAA, para jugar y sacarse fotos con los muñecos de “La asombrosa excursión de Zamba”, y una dinámica Kermés de la Ciencia junto a otros puestos de comidas.
Había pasado, también, el cine al aire libre del INCAA (cortos infantiles y la película Gilda No me arrepiento de este amor, presentada por su directora, Lorena Muñoz) y más acciones formativas, participativas y sociales en sintonía de la semana de las mujeres trabajadoras: el mural afuera del Galpón Mil Horas, a cargo del colectivo AMMURA, y hasta un puesto de asesoramiento sobre la Línea Telefónica 144, de atención las 24 horas a mujeres víctimas de violencia de género. Y por los parlantes del Escenario Banderas vibraba esa enérgica melodía rapeada de Miss Bolivia: “Y si tocan a una nos tocan a todas. Ay, carajo, qué mal que estamos los humanos. Loco, ¡paren de matarnos!”.