En 1989, Robert Smith estaba preocupado. Se acercaba su cumpleaños número 30 años y sentía que no había dado con su obra más preciada. Con varios discos editados con The Cure, algunos con mucho éxito, el cantante y guitarrista sentía que podía dar más. Se sentía preparado para lo que vendría. “Quería terminarlo todo antes de llegar a esa edad. Es como una paradoja. Cuanto más joven sos, más te preocupas por envejecer”, describió Smith en el libro Never enough, de Jeff Apter.
A fines de los '80, The Cure sonaba en todo el mundo. Su sexto disco de estudio, The Head on the Door, era todo un éxito. Tenía en esas canciones, una dosis de pop que se alejaba de la oscuridad y depresión de sus primeros trabajos como Seventeen Seconds (1980) o Faith (1981). Con la gira de presentación del álbum doble, Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me (1987), la banda estremeció a los fans argentinos, con dos shows en Ferro, que quedaron marcadas tanto por lo musical como por la violencia de una parte del público.
Terminado el tour, Robert Smith se puso a cranear su nuevo paso. Atormentado por la corrida del tiempo, el compositor puso manos a la obra para crear su trabajo maestro. Así nacieron las primeras canciones que terminarían en Disintegration. Se juntó con el resto de los integrantes de la banda -en la casa del baterista Boris Williams- para mostrar los demos. ¡Sorpresa! Sus compañeros vieron un cambio de rumbo, una búsqueda en las raíces de The Cure. El camino del pop no era más deseado por el líder del grupo.
A mediados de octubre de 1988, Robert Smith, Simon Gallup (bajo), Porl Thompson (guitarra), Boris Williams (batería y percusiones), Lol Tolhurst (teclados), y el nuevo integrante, el tecladista Roger O’Donell, ingresaron al Outside Studio, ubicado en Reading, Inglaterra. Dave Allen los acompañó en la producción. Smith tenía que tomar una fuerte decisión: su eterno amigo y compañero de aventura Lol Tolhurst (miembro fundador de The Cure, que arrancó tocando la batería) no podía seguir en el proyecto. Sus continuas recaídas con el alcohol lo pusieron contra las cuerdas.
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Los días de grabación tuvieron algunos percances. El grupo tuvo que sortear distintos inconvenientes; se incendió la habitación de Robert Smith, pero pudieron rescatar una bolsa con algunas de las letras de las nuevas canciones.
Disintegration es una paleta perfecta de sonido, pinceladas con distintas tonalidades de efectos de guitarra, una base contundente, y arreglos exquisitos. Los sintetizadores tuvieron su gran parte a la hora de crear distintos climas. Los fans se encontraron con una obra interesante, genuina, con letras que hablan sobre el fatalistmo y el paso de los años.
El álbum, que finalmente vio la luz el 2 de mayo de 1989, abrió con "Plainsong", un romanticismo desolado, "Pictures of You" (inspirada en una fotos que Smith encontró el día que se quemó la habitación de su esposa Mary), "Lovesong" otro regalo para su mujer, a la que definió como una suerte de "regalo de bodas". También está el corte "Lullaby", una canción de cuna inspirada en los cuentos que le leía su padre por las noches, con un video terrorífico, con telarañas y los músicos caracterizados como en una pesadilla. En "Fascination Street", Smith sintetiza el sentido que persigue la obra, con efectos de guitarras y un bajo contundente. Todo esto en más de cuatro minutos de duración.
"La sensación al escuchar este disco es como sentirse envuelto por un abrigo empapado y tremendamente holgado", definió la revista Q, a los pocos días de su salida. A tres décadas, estas canciones no perdieron vigencia y causan sensación cada vez que suenan en los shows.