Durante largos años se lo consideró como uno de los solteros más codiciados de México. Cristian Castro logró superar el peso de ser el hijo de Verónica Castro para convertirse en una estrella de la música tanto en su país como en buena parte del continente. Sin embargo, a partir de 2003, cerca de cumplir sus 30 años (hoy tiene 44), la vida personal del cantante dio un giro de 180 grados.
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Cristian dejó de hablar sobre el Edipo que sentía por su madre para acumular relaciones fallidas, divorcios y lo más importante: hijos. Tuvo dos con la abogada argentina Valeria Liberman, Simone y Mikhail Zaratustra, de 13 y 11 años; y un tercero junto la colombiana Paola Erazo, Rafaela, de 4 años. Esta última hija, a quien Cristian tardó en reconocer como propia, tiene su cuenta de Instagram y ya le ven condiciones artísticas.
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En los últimos días, Cristian dio un reportaje para el ciclo Suelta la Sopa!, de la cadena Telemundo. Y luego de hablar de la relación que mantiene con Manuel Valdés, su padre, con quien se reconcilió después de mucho tiempo, respondió cómo se lleva él con sus propios hijos.
“Soy lo más cariñoso que puedo, soy de darles mi apoyo y que sientan que estoy ahí, a pesar de que soy un fantasma”, explicó Castro, quien vive en México mientras tiene a sus hijos radicados en Miami y Bogotá. A lo que agregó una frase políticamente incorrecta: “Son parte de mi mundo, pero no son mi mundo”. Un Cristian Castro auténtico. Siempre polémico, pero a la vez sincero, fiel a su estilo.