El vínculo entre Gustavo Santaolalla y el Teatro Colón tuvo anoche su broche de oro, aunque la historia había empezado hace dos años. En este mismo teatro, el productor, multiinstrumentista y compositor grabó en vivo parte del disco Raconto, en cual repasó toda su carrera e inició la gira “Desandando el camino”, que ya está en el tramo final. “Es hermoso poder tocar en este templo, miren qué hermoso es. Qué bueno que tengamos esto, que es nuestro”, diría el anfitrión durante un tramo de la noche.
Esta vez, Santaolalla tocó en el marco del Festival Únicos, que ya contó con las presentaciones de Lila Downs y Café Tacvba el martes, y la de Pedro Aznar ayer, previo a Santaolalla. El exlíder de Arco Iris empezó su show apenas pasadas las 22, ante un Teatro casi colmado.
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El comienzo fue en clave zen: ocho personas vestidas de blanco aclimataron el espacio jugando con sonidos a través de cuencos de agua, acompañados por una luz azul. Enseguida se abrió el telón, que dejó ver a toda la banda antes del ingreso de Santaolalla, que siguió en la línea de la meditación con “Inti Raymi”.
A continuación llegó la seguidilla de canciones de Arco Iris, en versiones fieles al disco Raconto y al tono preciso que exige un lugar como el Colón. Así pasaron “Abre tu mente”, “¿Quién es esa chica?”, “Zamba”, “Y una flor” y “El camino”, todos ejemplos de lo innovador que fue Santaolalla al combinar elementos del rock con el folklore latinoamericano.
La fortaleza de Santaolalla se potencia en comunión con su viejo ladero, Javier Casalla, que lo acompaña en violín y viola; la segunda voz y las guitarras de Barbarita Palacios y los teclados de Andrés Beeuwsaert. La banda estable se completó con Nicolás Rainone (contrabajo) y Juan Manuel Ramírez (batería).
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El show estuvo dividido en dos etapas, con un intervalo en el medio. Después de interpretar un cover de León Gieco (“El cardón”), más otras canciones de Arco Iris (como la destacada “Canción de cuna para un niño astronauta”), Santaolalla cerró la primera parte con un homenaje a Mercedes Sosa en la impecable “Río de las penas”.
“Esta es la banda soporte de la que vendrá después del intervalo, que somos nosotros mismos pero en una mejor versión”, bromeó Santaolalla. Y algo de razón tuvo, porque el show fue in crescendo a medida que entró en su etapa como solista, con canciones como “Vecinos”, “A solas” y “Todo vale” más un regreso a su etapa de Arco Iris con la bellísima “Paraíso sideral”.
Luego llegaría el turno de tomar el ronroco, el instrumento define su ADN musical, y aprovechó para dedicarle la siguiente canción -y el show en general- a un referente absoluto para él, el recientemente fallecido Jaime Torres. Hizo “De Ushuaia a La Quiaca” y alcanzó así el punto más alto de la noche.
En el tramo final desfiló por su etapa como compositor para películas y videojuegos, como “Secreto en la montaña” y “The Last of Us”; y con dos clásicos de su carrera como “Hasta el día que vuelvas” y “Mañana campestre”.
Para los bises, Santaolalla tomó una caja y cantó la copla “No sé que tienen mis penas”, de Leda Vadallares, uno de los momentos más emotivos. Y el final definitivo fue con “Pa’ Bailar” de Bajofondo, su último proyecto de banda en el que fusiona el tanto con la música contemporánea. Santaolalla redondeó un recital brillante y no dejó espacio para las dudas: es, por mérito propio, uno de los referentes más importantes de la música popular argentina.