Por Eleonora Pérez Caressi
Te puede gustar una banda o no. Eso es una cosa. Otra, es la calidad y la destreza de sus músicos. La jerarquía que tienen Alex, batero de Maná y Sergio, el violero (que dicho sea de paso disfruta, en Buenos Aires de visitar amigos como el gigante de Luis Salinas) son indiscutibles. Si a eso le sumas que son máquinas de hacer hits como pocas bandas: sí, una vez en tu vida, está bueno ver a Maná.
No soy fan, lo admito, pero acabo de salir de la segunda fecha que dieron en México y me di cuenta que me sé casi todos los temas. Que algunos suenan algo parecidos o que no son de tu agrado, bueno, pero seguro musicalizaron una parte de tu vida y eso pone a las canciones en otro “standard”. Se las mide con otra vara, quizás, la más honesta de todas porque en definitiva ¿qué buscan las canciones? Empatía, hacerte sentir cosas y si hay una banda súper cancionera, esa es Maná. A tal punto es así, que arman el show para el público. No se encaprichan en tocar todas las canciones del disco nuevo, disco que le da nombre a la gira, todo lo contrario cantan más clásicos que temas nuevos y los nuevos que entran en la lista son sólo aquellos que ya están sonando con la fuerza suficiente para que la gente ya se sienta dueña.
El show arranca con "La prisión", primer corte de Cama incendiada, un tema de desamor de un amor que terminó, de un amor que más que eso fue una tortura, una cárcel. Las pantallas en el escenario replican el vídeo en el que la banda se libera de esa prisión para dar paso al segundo tema "Adicto a tu amor", la otra cara de la misma moneda, porque ya lo dice Fher "el amor es cielo e infierno al mismo tiempo".
Desde este momento, la lista da lugar a todos los clásicos que la gente quiere escuchar "Corazón espinado", "Cuando los ángeles lloran", !!!!!!!!!!!!. Y el recital se transforma en un recorrido por estos casi 30 años de trayectoria.
Hay invitados, en cada ciudad de Ciudad de México hicieron un concurso para darles espacio a los músicos nuevos. Un joven y desconocido guitarrista fue el afortunado en esta ocasión. "Recíbanlo como si fuese un Maná, porque en este momento así lo es", gritó Alex desde la bata y el escenario fue de este afortunado y de Sergio, violero de la banda que se encargó de resaltar los dotes de su repentino compañero.
Dos de los momentos mágicos del recital, fueron los solos de Sergio y Alex. Cada uno tuvo su espacio en el escenario. Tremendo despliegue de cuerdas el de Sergio que, si. Decir una palabra, cautivó a la audiencia con el juego de sus dedos. Fue un silencio arrollador que abrió paso a un aplauso contundente. Luego vino el turno de Alex en la batería. Coronado con llamaradas de fuego, fue un momento épico en el show. Los mexicanos lo idolatran tanto como a Fher. La batería suena al ritmo de todo su cuerpo: se para, se sienta, toca de espaldas, hace giros de palillos, pero nunca pierde intensidad. El grito es uno solo y la ovación fue total.
Antes de los bises, viene un momento especial para la banda y una comunión total con el público. Cambian de escenario. Los que antes lo veían lejos, ahora los ven cerca. La gente pide temas y ellos complacen, todo se vuelve una especie de fogón donde el público es tan protagonista como la banda misma. Los hits más hits de la banda hacen bailar a absolutamente todos. No hay quien no tenga una sonrisa dibujada en su cara.
Esto es Maná para los fanáticos y detractores. Hay algo innegable son una de las pocas bandas latinas que escapan a las fronteras de su país de origen, llevan años de éxitos y arriba del escenario como abajo, todo es una fiesta.
*Maná se presentará el 26 y 27 de febrero en Vélez en Vélez.
