Desde el comienzo, el chico de Bristol demostró que sería una noche sin formalidades. Mientras la gran mayoría esperaba ansiosa pegada al escenario, Adrian Thaws, alias Tricky, tomaba algo en la barra de la entrada y charlaba con la gente.
Arrancó el primer tema sin remera, bailando con sus característicos contorneos sensuales y acompañado al frente por tres chicas tímidas que cantan, tocan la guitarra y el bajo respectivamente. Pero la estrella claramente es él.
Al segundo tema, el equipo de seguridad estaba desbordado, Tricky quiso que lo acompañe también el público sobre el escenario, así que allá fueron todos con un sonrisa contagiosa. Así de cerca quiso Tricky estar de la gente.
Con prevalencia de su ultimo trabajo, “Mixed Race”, las melodías, desfavorecidas por la calidad de sonido del establecimiento, fueron oscuras, con “Really Real”, roqueras, con “Murder weapon”, y más bailables, con “Kingston Logic”.
Y así terminó el show. Ya en los bises, el cantante se lanzó al público y en él desapareció. El resto de la banda, abandonada por su líder, tocó un tema más y luego se despidió. El público desconcertado no sabía si irse o quedarse, -queda feo irse sin saludar al que invitó, ¿no?
Minutos más tarde, trago en mano, Tricky saludaba una vez más, amigablemente, desde el VIP, mientras charlaba con la gente. Y ahí sí terminó el show.
