Este martes 23 de julio se cumplen 13 años de la muerte de Amy Winehouse, la legendaria cantante británica deslumbró al mundo con su innegable talento y que, poco a poco, comenzó a apagarse en medio de una vida repleta de excesos, adicciones a las drogas y trastornos. Fue encontrada muerta en su departamento de Londres, con tres botellas de vodka vacías junto a su cadáver.
De esa manera, Amy Winehouse se sumó al “Club de los 27″, un término utilizado para referirse al grupo de artistas que murieron a esa edad. El primero de la lista es Brian Jones, uno de los fundadores de Los Rolling Stones, quien apareció ahogado en la pileta de su casa en 1969, el mismo año que abandonó la banda británica.
Luego siguen otros como Janis Joplin, que sufrió el 4 de octubre de 1970 una sobredosis de heroína; Jimi Hendrix, ahogado en su propio vómito el 18 de septiembre de 1970; Jim Morrison, líder de The Doors, que fue hallado muerto en su bañera el 3 de julio de 1971; y Kurt Cobain, vocalista de Nirvana, que se suicidó de un disparo el 5 de abril de 1994.
Los primeros trastornos de Amy Winehouse
A sus nueve años, Amy Winehouse afrontó el divorcio de sus padres. Comenzó a vivir solo con su madre, que trabajaba gran parte del día para poder ganar el dinero necesario para el alquiler y la comida. Sin ninguno de sus padres presentes, encontró resguardo en su abuela paterna, Cynthia. Sin embargo, no fue suficiente: desarrolló una personalidad rebelde. Con apenas 13 años, se hizo su primer piercing en la nariz sin pedir permiso. Además, la echaron de la escuela de arte.
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Durante su adolescencia, comenzaron a aparecer trastornos que la acompañarían durante toda su vida: bulimia, anorexia y depresión. Esos desórdenes alimenticios y problemas de salud mental empezaron a potenciarse con el consumo regular de marihuana y alcohol. No obstante, aún faltaba lo peor: su adicción a drogas duras como la heroína, el crack y la cocaína.
Las fuertes adicciones a las drogas de Amy Winehouse
Su vida tuvo un punto de inflexión en 2003. En ese año no solo lanzó su primer álbum, que tituló Frank en honor a Sinatra, el ídolo musical de su papá, sino que también comenzó a salir con Blake Fielder-Civil, el hombre que la llevaría al infierno. Al igual que ella, él tenía una salud mental delicada: había intentado cortarse las venas por primera vez a los nueve años. Fue justamente con él con quien empezó a habituarse al consumo de heroína, cocaína y crack.
Así lo reconoció el propio Blake Fielder-Civil en una entrevista con News of the World: “Yo la introduje en la heroína, el crack y la cocaína. Me sentía más que culpable. Estaba demasiado enganchado cómo para poder luchar por Amy. Fue un gran error dejarle probar el crack. Es la más horrible de las drogas. Te convierte en un paranoico, pierdes la razón y hace que sospeches de todo el mundo”.
Las drogas comenzaron a afectar fuertemente su desempeño musical. A modo de ejemplo, basta con mencionar su último recital con vida, el 18 de junio de 2011 en Belgrado, la capital de Serbia: subió al escenario visiblemente borracha y olvidó las letras de sus propias canciones. No solo recibió fuertes críticas por parte de la prensa, sino también de sus propios fanáticos.
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Pocos días después, el 23 de junio de 2011, fue encontrada sin vida en su departamento en Londres, Inglaterra. La causa de su muerte fue un paro cardiorrespiratorio provocado por una excesiva ingesta de alcohol. Aunque no había rastros de drogas en su cuerpo, la autopsia reveló 4,16 gramos de alcohol por litro de sangre. Junto al cadáver encontraron tres botellas de vodka vacías. Tenía 27 años.