La cultura under le abrió paso al surgimiento del punk rock, que también tuvo un pico de fama en la Argentina al son del crecimiento de las demandas sociales y la lucha contra el poder establecido: una de las principales figuras de un género bastardeado por el status quo fue Ricky Espinosa, que no solo comandó a la banda Flema hasta su muerte, sino que también se transformó en un emblema para aquellos que querían alzar su voz.
Manuel Ricardo Espinosa nació en Gerli en 1966, aprendió a tocar la guitarra durante su adolescencia y fue mutando su propia personalidad mimetizándose con la música que él mismo componía: si bien en un principio hacía covers de grupos como Pescado Rabioso y Vox Dei, luego incorporó conceptos del heavy metal con V8 y Pappo como bandera. Sin embargo, no fue hasta 1988 cuando conoció a Juan Fandiño y saltó al estrellato.
En aquel momento, el intérprete se sumó al conjunto que lo vio brillar y grabaron un compilado en vivo llamado “Invasión 88″ junto con Comando Suicida, Attaque 77 y La Baraja. Gracias a ese vinilo, la banda consiguió llevar a cabo su primera entrevista en la prestigiosa revista de culto Pelo, pero la agrupación se disolvió un año después. De todos modos, Ricky reformuló la propuesta bajo el rol de vocalista y con integrantes nuevos.
A 22 años de la muerte de Ricky Espinosa: un éxito inesperado que los llevó a Obras, Cemento y Chile
El artista portaba una voz muy poco estética y nasal que generaba incluso críticas entre sus propios colegas, pero su personalidad confrontativa parecía derribar cualquier muro: las letras de “Flema” mencionaban diversos conflictos sociales que afloraban en la década menemista, como el desempleo, la inseguridad y el individualismo reinante. Además, logró consolidar al grupo y fueron teloneros de Los Ramones en Obras Sanitarias.
Aún así, el conjunto integró listas negras en diversos recintos, lo que llevó a que el cantante conformara la agrupación paralela “Flemita” sin la desaparición de la formación original. El surgimiento del clásico “Nunca seré policía” permitió que la banda primigenia tocara en Chile por primera vez y la presentación del disco “La noche de las narices blancas” fue grabado en la icónica discoteca Cemento.
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El inicio de los 2000 fue glorioso para el grupo: hizo lleno total en el boliche de Constitución y las tiradas de discos se vendieron en su totalidad. Cuando los músicos estaban en la cresta de la ola y se disponían a iniciar el proceso de venta de su séptimo disco de estudio “5 de copas”, una reunión entre amigos y un partido de Playstation de por medio terminó de la peor manera.
A 22 años de la muerte de Ricky Espinosa: un suicidio en medio de un partido de Play y las señales que había dejado en sus canciones
El 30 de mayo de 2002, hace 22 años, el violero Luis Gribaldo invitó a Espinosa a su casa ubicada en el quinto piso de un monoblock en Avellaneda. Mientras estaban jugando a la consola, el cantante tomó una drástica decisión. “Estábamos muy borrachos, pasándola bien, dentro de todo, con el Winning Eleven. Mantuvimos la ventana abierta por el humo porque estábamos fumando y de un momento a otro se tiró”, graficó Luichi en una entrevista posterior.
Si bien no se conocen los motivos certeros que llevaron al intérprete a quitarse la vida, lo cierto es que sus cercanos lo notaban más deprimido que de costumbre ya que se había peleado con su pareja Mercedes. A su vez, había presagiado en reiteradas oportunidades su trágico final en sus propias canciones: “33 cumpliré el día de mi muerte”, exclamó en el tema “No da”. Finalmente, falleció a los 35.
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El vocalista fue auxiliado por los profesionales de la salud en una ambulancia, pero su deceso se confirmó cuando iba camino al hospital. Su legado continúa igual de vigente: la banda todavía existe, pero ya sin ninguno de sus integrantes originales; y su tumba, situada en el pabellón San Juan XXIII del Cementerio de Villa Domínico, se transformó en un sitio de peregrinaje para el movimiento.