Lilian Clark recibió el 15 de mayo de 2010 la peor de las noticias: su hijo Gustavo Cerati había tenido un “evento vascular isquémico con afasia de expresión” después de un show en Caracas y había sido operado de urgencia en un hospital de la capital venezolana. Desde entonces y hasta la muerte del músico, el 4 de septiembre de 2014, vivió un verdadero calvario junto a su hijo en estado de coma.
Gustavo Cerati había dado el último show de su gira Fuerza Natural en el Estadio de fútbol de la Universidad Simón Bolívar de Caracas. El cantante y guitarrista estaba presentando su disco solista desde el 19 de noviembre del año anterior; el primer concierto había sido en el Estadio de béisbol de Monterrey, en México. Por el trabajo ganó, a fines de 2010, el premio Gardel de Oro y dos Premios Grammy latinos (mejor disco de rock y mejor portada).
Durante el primer mes después del incidente de salud que sufrió en territorio venezolano, el músico quedó internado en ese mismo hospital de Caracas donde le salvaron la vida. El médico que lo operó les informó a sus familiares que “nunca volvería a ser el mismo”.
Menos de un mes después, el ex líder de Soda Stereo fue trasladado en un avión ambulancia hasta Buenos Aires, donde fue internado en el Fleni de la Capital Federal. Allí lo pudieron ver varios amigos, que el 14 de junio -a un mes exacto del ACV- contaron que “movía los labios y la cabeza cuando escuchaba su música”.
Pero quien fue incansable en sus visitas su mamá, Lilian Clark. En el mes de octubre, su hijo fue trasladado, sin haberse recuperado del coma, a la clínica ALCLA de Núñez, el mismo barrio donde había nacido cincuenta años antes.
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La mamá visitó todas las tardes a su hijo, a la hora en que las enfermeras lo sentaban en la cama. Y después de saludarlo “¡Hola, Gustavito!”, le tomaba la mano y sentía que él la apretaba. Le hablaba, lo acariciaba y en los monitores conectados al músico se notaba su emoción.
Lilian le cantaba el arrorró antes de irse y los médicos le agradecían, porque se notaba que le hacía bien. A la noche volvía a la casa del barrio donde se crió Gustavo, donde sus libros y otros muchos objetos aún ocupaban desordenadamente los muebles. Los fans acompañaron también en la vigilia.
Lilian Clark: sus palabras de despedida
El 4 de septiembre de 2014, a los 55 años, se apagó la vida de Gustavo Cerati en la cama de la Clínica de Rehabilitación Integral ALCLA. Al día siguiente, camino al Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires para homenajearlo y despedirlo, pronunció unas pocas palabras, con los ojos claros llenos de lágrimas.
“Es un momento especial, yo se que Gustavo estará siempre presente”, les dijo a los periodistas que la esperaban en la puerta de su departamento.
Lilian Clark se mantuvo de pie durante el homenaje realizado a Gustavo Cerati en el Salón de Honor del Palacio Legislativo, junto a sus nietos Benito y Lisa. A pesar de la lluvia, decenas de miles de fans hicieron una fila de más de quince cuadras para despedirlo antes del cortejo que lo acompañó hasta el cementerio de la Chacarita. Era su único hijo varón y el hermano de Laura y Estela.
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Ya había sido homenajeado también en el país y el exterior por Bono, Shakira, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, Andrés Calamaro, Joaquín Sabina, Alejandro Sans y los Maná, entre otros. Además, el papa Francisco le había escrito una carta de oración. En la Argentina hubo dos días de duelo, con la bandera nacional izada a media asta para recordarlo.
