Más allá de cualquier rebeldía propia de la edad, la adolescencia de Brian May presentaba dos grandes problemas: la guitarra acústica que su padre le había regalado no le permitía replicar el sonido de su ídolo Jimi Hendrix y no le alcanzaba el dinero para comprarse una guitarra eléctrica.
Entonces, cuando tenía 16, el guitarrista leyenda de Queen, le propuso a su padre que lo ayudara en una aventura con mucho sueño adolescente y una realidad posible: fabricar su propia guitarra. Y Harold May, ingeniero electrónico de profesión -y muy buen intérprete aficionado de ukelele- creó junto a su hijo la guitarra que acompañaría a Brian a lo largo de su carrera, “The Red Special”.
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Y vaya si fue “special” esta guitarra artesanal, con un sonido personalísimo que es todo un sello de Brian May, o sea, un sello de Queen. Comenzó a fabricarla en 1963 y la tuvo lista en 1964, 18 meses después. Sí, el paciente inglés, el joven con inquietudes vinculadas a la astrofísica, carrera en la que años después terminaría doctorándose, construyó su propia guitarra, pieza por pieza.
Brian May y la creación de una guitarra que se volvió un ícono
Como el artesano que de la corteza de un árbol puede armar una máscara, Brian y su padre comenzaron a tomar todo lo que estuviese en desuso en su casa o en la de amigos y pudiese servir para construir esa guitarra eléctrica soñada que, claro, en 1963 aquel chico desgarbado y de pelo largo aún no había bautizado como The Red Special.
Una vieja mesa de resistente madera de roble sirvió como “caja” de la guitarra, el primer paso. El segundo, para completar el esqueleto, era hacer el mástil, y para ello los May aprovecharon los restos de un marco de la chimenea. Sí, todos restos de madera por donde años después los dedos zurdos de Brian marcaron los acordes de “Rapsodia Bohemia” y tantas canciones icónicas del rock.
Hay más rarezas en esta guitarra, porque algunos botones que rescató del costurero de su mamá, Ruth, sirvieron como marcadores de trastes, y un pedazo de acero con dos resortes de bicicleta se convirtieron en el brazo de trémolo (que suma o resta tensión a las cuerdas de la guitarra eléctrica).
Otro de los sellos distintivos de esta guitarra es su sistema de “switches”, para el que resultó indispensable el conocimiento de electrónica del padre de Brian, y que permitió que la guitarra tenga un sonido incomparable, algo que se trasladó a la música de Queen.
The Red Special, la guitarra que se volvió el amor de Brian May
La famosísima “Love of my life”, la balada escrita por Freddie Mercury, habla de Mary Austin, el amor de la vida del cantante. Y Brian lo acompaña con una guitarra acústica. Si la letra hubiese ido de May, quizás el acompañamiento habría sido eléctrico y la destinataria The Red Special que, incondicional y fiel, lo acompañó a lo largo de toda su carrera. Desde los inicios en clubes y pequeños teatros, hasta el apogeo de conciertos históricos en grandes estadios.
La música y el éxito le permitieron ganar mucho dinero, sin embargo no hubo plata que pagara su propia creación y por eso Brian May sostuvo (y sostiene) a “su” guitarra. Incluso, en los primeros tiempos, cuando empezó a exhibirla ante otras bandas juveniles, varios guitarristas, deslumbrados, se la quisieron cambiar por las ya famosas Fender Stratocaster o Gibson Les Paul, a las que en su momento Brian no había podido acceder por falta de dinero.
Sólo en cuatro ocasiones a lo largo de su trayectoria, eligió usar otras guitarras eléctricas de marcas tradicionales. Así fue que grabó “Crazy Little Thing Called Love”, “Black Chat” y “Play The Game” con una Fender Telecaster (que le prestó el baterista Roger Taylor) y “Princess of the Universe”, que la tocó con una Washburn RR-V. El resto de las veces utilizó The Red Special.
Desde 2004, además, Brian decidió comercializarla y se asoció con Pete Malandrone, su histórico técnico de guitarras. Y hoy una réplica de la legendaria The Red Special, con la tecnología electrónica actualizada y todo supervisado por el propio Brian May. La réplica se puede comprar en el “shop” del músico por unos 800 dólares.