“Vas a llegar lejos”, le dijo Carlos Gardel a un joven Astor Piazzola que, con 14 años, logró impresionarlo por cómo tocaba el bandoneón. Tal como anticipó el “Zorzal Criollo”, palabra más que autorizada cuando se música se trata, ese pibe callejeros que sorteó una dura infancia en Nueva York se convirtió en uno de los compositores más importantes del Siglo XX y uno de los artistas imprescindibles en la historia de la música argentina.
A 30 años de su muerte, que le llegó el 4 de julio de 1992, dos años después de haber sufrido un derrame cerebral con lesiones irreversibles, su vasto legado aún permanece vigente. “Adios Nonino”, canción que hizo en homenaje a la partida de su padre, y “Balada para un loco”, uno de los primeros trabajos que hizo en conjunto con el poeta Horacio Ferrer, son algunas de las tantas composiciones que lo llevaron a ser reconocido y respetado en todo el mundo.
“Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020. Y en el 3000 también. A veces estoy seguro, porque la música que hago es diferente”, se esperanzó en una entrevista. Al menos la primera parte de su sueño la cumplió con creces. Para la otra, habrá que esperar algunos años más.
Astor Piazzolla: sus 10 mejores composiciones para escuchar
- Adiós Nonino (1959). “El tema más lindo que escribí en mi vida”. Así definió Piazzolla a “Adiós Nonino”, una de sus canciones más populares. La compuso un día después de enterarse de la muerte de su padre, Vicente, que sufrió un accidente de bicicleta en Mar del Plata.
- Milonga de Ángel (1965). Se trata de la segunda parte de la Suite del Ángel, que está conformada también por “Muerte del Ángel” y “Resurrección del Ángel”. La grabó en vivo en 1965 y luego le dio nombre al disco de 1993, donde estuvo incluida.
- Estaciones porteñas (1965-1970). Entre 1965 y 1970, Piazzolla compuso cuatro canciones dedicadas a las estaciones climáticas de la Ciudad de Buenos Aires: “Verano porteño” fue la primero y luego le siguió “Otoño porteño” en 1969, mientras que “Primavera porteña” e “Invierno porteño” llegaron en 1970 y completaron la suite.
- María de Buenos Aires (1968). No es una canción, sino una ópera-tango, también conocida como “operita”. Está estructurada en dos partes de ocho canciones cada una. Estrenada en 1968, se trata del primer trabajo conjunto entre Piazzolla y Horacio Ferrer, que se habían unido fuerzas en el plano laboral un año antes.
- Fuga y misterio (1968). Se trata de una de las grandes obras del dúo entre Piazzolla y Ferrer, que le dio letra a esta canción. Gran parte de su popularidad radica en el hecho de que, entre 1966 y 1997, fue la cortina musical de Tiempo Nuevo, el reconocido programa de periodismo político que tuvo como conductor a Bernardo Neustadt.
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- Balada para un loco (1969). Con música de Piazzolla y letra de Ferrer, este tanto editado por CBS fue publicado en 1969 en formato de sencillo. Fue estrenada en el Luna Park, donde Amelita Baltar se encargó de poner la voz. Luego fue interpretada por Roberto “Polaco” Goyeneche, Raúl Lavié y otras de las voces más reconocidas del país.
- Chiquilín de Bachín (1969). Otro de los grandes éxitos que fue compuesto por Piazzolla y Ferrer, y que fue interpretado por primera vez por Amelita Baltar. En este tango en ritmo de vals, se desarrolla la historia de un chico de la calle que vende flores en los restaurantes de la zona de teatros en avenida Corrientes.
- Tristezas de un Doble ‘A’ (1972). Se trata de un homenaje que le hizo al bandoneón y a quienes lo hicieron brillar antes que él. Doble A hace referencia a la marca alemana Alfred-Arnold, dedicada a la construcción de esos instrumentos.
- Libertango (1974). “Los argentinos no están para las creaciones atrevidas o peligrosas”, dijo Piazzolla antes de su viaje a Italia, donde compuso, entre otras piezas, “Libertango”, que en su nombre evidencia las intenciones de Astor de romper con las estructuras del tango tradicional.
- Whisky (1975). Se trata de uno de los cuatro movimientos (Bandoneón, Zita, Whisky y Escolaso) que componen la Suite Troileana, que compuso luego de la muerte de Aníbal Troilo, a quien Piazzolla conoció en 1939, cuando ingresó a su orquesta con apenas 18 años.