“Si alguien nos hubiera dicho lo que iba a pasar, le hubiese dicho “déjate de hinchar las pelotas” o nos hubiésemos asustado porque pasó mucho”, dice Ricardo Mollo a propósito de los 35 años de Divididos, que este sábado volverá a jugar en categoría estadios ante un Vélez con las localidades agotadas. “Hubo una convicción que nos hizo seguir adelante”, suma Diego Arnedo reflexivo.
Después de un montón de años de musicalidad y a casi 30 años de su (agridulce) última experiencia en una cancha, la Aplanadora del Rock decidió volver por revancha, pero con la convicción de que es el momento perfecto para hacerlo. “Se curó un poquito la llaga que duró tantos años”, cuenta el guitarrista sobre aquel show de 1994 que los dejó con una mala sensación.
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El paso hacia adelante en este regreso también tiene que ver con las ventajas tecnológicas que se sucedieron en las últimas tres décadas y que permiten lograr la intimidad de un recinto chico ante miles de personas. “Hay una proximidad que te permite meterte de otra manera; En los ‘90, si estabas atrás, parecía que estabas en otra provincia”, ejemplifica Catriel Ciavarella, que estuvo como fan en esa tarde. “No tenés que llevar largavistas”, agrega Mollo.
-Después de su regreso a los festivales, ¿se dieron cuenta de que volver a tocar en un estadio era realizable?
-Mollo: La palabra realizable para mí siempre fue como una incógnita porque es como que no lo podés abarcar; Y cuando vos no podés ver lo que pasa a tantos metros, perdés la percepción de la relación con la gente y no quería eso. Salir y poder ver a todos a los ojos. Pudiendo atravesar ese momento, y con la situación periférica que es importante, que la persona que viene a ver un recital se sienta contenida y no a la buena de Dios, dijimos ‘bueno, vamos’.
-En el video presentación, se te ve siendo un niño en la prueba de sonido del ‘94, ¿cómo atravesás este momento de haber sido fan y hoy estar a las puertas de tocar en un estadio?
-Ciavarella: Si bien soy un personaje melancólico, día a día y la realidad supera todo. Esa es una imagen conmovedora y seguramente lo aprecie más cuando pase el tiempo pero hoy todavía estoy para adelante. Siempre la realidad tiene más fuerza que lo melancólico, lo pensado. Estamos en este hoy.
-¿Cómo se modifica la relación con el público en eso?
-Mollo: Tiene un punto emocional muy fuerte porque hay una reciprocidad con esa con esa emoción y eso se percibe de arriba del escenario y debajo del escenario, entonces el encuentro es ese rato de oxigenar la cabeza. Mucha gente me dice: ‘me voy de Flores y me siento bien, cambio el aire’. Eso es un poco de lo que se trata y y por eso también tocamos ahí más de 140 veces. Tiene que ver con un encuentro entonces y eso que te decía antes de la proximidad y de verle la cara al otro. Eso es fuerte, por eso también la decisión de Vélez era ver cómo hacemos para que se siga manteniendo un teatro de Flores en un espacio grande y hoy, a través de la tecnología, de las pantallas, hoy es realizable. Hay algo de la expresividad de la tocada de cada uno que se percibe lugares chicos, entonces hay que mantener eso y y trasladarlo a un espacio más grande.
Los 35 años de Divididos y su permanencia
Con la gira de festejos volverán a cruzar el charco para llegar a Europa, con varias fechas en España que los tienen emocionados. “Es como llevarles la cocina de su casa un rato”, celebra Arnedo. “Estás tocando para los argentinos que estaban acá y que te venían a ver a Cemento, se fueron con ese recuerdo y las canciones los llevan a ese momento”, suma.
-Catriel, la última vez que los entrevisté, Diego definió su relación con Ricardo como ‘un milagro’. ¿Vos cómo lo ves desde adentro?
-Ciavarella: Hay un punto común que seguramente con la madurez los mantiene en un camino que es el gusto por tocar. Imagino que deben dejar de lado otras cosas por un punto en común que es más grande que todo lo demás, que es el respeto por lo que hacen y por lo que le gusta hacerlo juntos. Se tienen que dar características en las personalidades para que eso funcione. Eso ya es un punto de arranque; no creo que hayan tenido una charla de ‘che, esto va a ser en nuestra carrera’ porque, por ahí, no hace falta ni hablarlo.
-Mollo: No nos detenemos en ver ‘uf pasó tanto tiempo de esto’ sino que vemos el paso que sigue. Estás viendo lo que vas a hacer y eso también me parece que es parte de un incentivo porque tengo las mismas ganas de ir a la sala y enchufar la guitarra y tocar como si tuviera 15 años. No cambió nada, salvo las guitarras y los equipos. Yo pongo esa sensación en un lugar que tiene que ver con las resonancias. Esta vibración evidentemente le hace algo a mi cuerpo que le hace bien, entonces mi cuerpo busca esa vibración.
-¿Y cómo se modifica su interpretración con el tiempo?
-Mollo: Siempre distinto porque si fuese lo mismo no las tocaríamos más. Es loco porque “El 38″ es un tema simple, que tiene tres acordes y no mucho más, pero evidentemente algo tiene que es mucho más potente que eso, porque cada vez que lo tocamos, me pasa lo mismo, y lo canto y toco como si fuese nuevo.
-Ciavarella: Esto que no es prefabricado y preparado para que sea siempre igual. En sutilezas muy importantes siempre es diferente. Hay gente que tiene ganas de vivir siempre algo nuevo, donde no sabés lo que va a pasar. Es muy a pulso humano y hecho desde una parte sanguínea. La emotividad no la podés medir en estructuras.
-¿Y hay lugar para mirar al pasado en ese perseguir la zanahoria que tienen?
-Mollo: ¿Qué es el pasado? Es algo que no existe. Podés refugiarte en cosas, pero me parece más interesante mirar para adelante. Siempre digo que es como ir en un auto a gran velocidad sin parabrisas. Entonces eso te mantiene siempre en esa situación de estar vivo. Si estás atrás o adelante, no vas a disfrutar de eso que te pasa en el momento.