“El 2022 fue un año totalmente distinto a los demás. Me redescubrí, me abracé fuerte, me agradecí por ser valiente, por animarme y vencer el miedo. Fue muy liberador”, confiesa Fabricio Cagnin, conocido popularmente como Chio. Luego de muchos años de dolor y trabajo interno, el hijo de Gilda se lanzó como cantante y ahora se anima a compartirle al mundo su camino.
A solas con TN el músico abre su corazón y hace un repaso de su vida.
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-¿Contaste con alguna ayuda para salir adelante?
-Fueron muchos años de introspección. Leo mucho, encontré grandes referentes como Don Miguel Ruiz y su libro Los cuatro acuerdos, que me ayudó muchísimo. También al meditar para abrir el corazón y liberarme, entendí que la vida es un péndulo que va y viene... Pero mi principal referente fue el amor propio y la importancia de saber que mereces ser feliz a pesar de todo lo que te suceda en la vida. Todo depende de cómo lo mires. La forma más mágica que tenemos para cambiar la realidad es cambiando la mirada, y ahí aprendés que el dolor es un maestro. Desde el dolor nadie vuelve de la misma manera.
-¿Cuando comenzaste a cantar?
-Desde siempre, pero antes lo hacía en la ducha, escondido, cuando estaba solo porque mi papá se iba a trabajar. A mis 18 tuve que empezar a trabajar con él porque tuvo un ACV, pero lo mío siempre fue la música, sólo que estaba trabado porque tenía el alma en mil pedazos, no reconocía mi historia, estaba en un camino muy oscuro y difícil y no quería transitarlo.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
-Muy lindos y también muy feos. Mi infancia la viví en dos partes, por un lado llena de luz cuando tenía una familia hermosa de a cuatro, convencional, llena de amor con recuerdos de risas en reuniones familiares en una casa llena de luz y movimiento, y después una infancia en donde la vida te demuestra que tiene otra cara, más real, de la que cuesta salir. En mi caso lo logré salir adelante dejando esa parte de mí y abrazando a la otra. Era un chico mucho más introvertido y apagado, pero tuve la suerte de conocer y hacerme amigos en el barrio de Ciudadela, donde vivía mi abuela, que me quitaron el silencio, me hicieron parte y me invitaron a jugar como si nada pasase.
Gilda, una madre divertida y amorosa
-¿Cómo recordás a tu mamá?
-Muy madre, muy graciosa y ocurrente, inteligente, cocinando, cantando... Era una mujer sencilla, que en casa estaba en calzas y pulóver. Me dio mucho amor y me hacía reír mucho. Éramos muy compañeros, además de ser mamá era muy compinche con nosotros. Había mucha risa en casa.
-¿Y de tu hermana?
-Era mayor que yo entonces era muy compañera para mi, me ayudaba a hacer la tarea del colegio, era muy inteligente, me acuerdo sus abrazos y miradas. A pesar del dolor y la nostalgia que me genera recordarla, siempre la tengo presente con mucho amor.
-¿En qué cosas te identificas con tu mamá?
-Me dicen que soy bastante parecido por mi sinceridad y los gestos que hago. Pero lo que más valoro fue lo que me dejó a nivel enseñanza, de vivir y hacer lo que quiera sin estar esperando la aprobación de otra persona. De despojarme del juicio ajeno. Te da mucho valor y trae el amor propio, que si lo desarrollas no tiene límites. Estas totalmente liberado volando hacia donde queres.
“Vi la muerte de un día para el otro”
-¿Quién te ayudó a dar el salto y a decidir compartir tu música?
-Venía haciendo temas sólo por las ganas de hacerlo para mí y pensaba en hacer un disco para guardármelo o dejárselo para mis hijas, pero en la pandemia me di cuenta que no hay tiempo para hacer cosas. Vi la muerte de un día para el otro y sabía que la vida era hoy... Mañana no lo sabemos. La pandemia me dio el empujón de no quedarme con las ganas de hacer las cosas y ser libre. Como también, mi mujer, Brenda y mis hijas, Delfina, de 9 años, y Lucía, de 5. Ellas son el motor de mi vida, siempre me apoyaron y yo siempre las soñé. Deseaba tener mi familia y, hoy en día, las veo y las contemplo y es un amor inmenso el que tengo por ellas. Me dieron mucha fortaleza, cambié mucho siendo padre. Me ayudaron muchísimo a poder ser libre.
-¿Por qué no lanzabas tu música?
-En parte eso implicaba aceptar quién era yo… Soy Fabricio, pero también soy el hijo de una figura muy popular en Argentina. No compartía con nadie mi historia porque venían preguntas y situaciones que me generaban dolor y me causaban miedo. Y ese miedo era sentir el alma nuevamente partida y no saber cómo manejarlo, quebrado, prendido fuego. Era muy difícil para mí lanzar mi música y no encontrarme también con una parte de mi historia muy importante que hoy vivo con mucha felicidad inmensa y orgullo. Fue un proceso largo que me costó mucho transitar.
-En tu Instagram hablaste de las Fiestas, ¿qué significan esas fechas para vos?
-Siempre fueron fechas que no me gustaban, como tampoco festejaba mi cumpleaños, pero ahora a través de la música me doy cuenta que puedo ayudar a muchas personas que están pasando momentos dolorosos. No hay que ponerse la obligación de estar en un lugar no deseado, es importante darse el espacio y pensar en uno. Contemplar el cielo, las estrellas y darse lugar a sentir. Estamos corriendo atrás de un montón de responsabilidades y de cumplir con mandatos que a veces no fluyen y está bueno darse un espacio para respirar profundo y volver a encontrarnos.
Chio y su mirada de esperanza
-Se viene nuevo tema para el que convocaste a tus seguidores a que te cuenten sus historias de amor.
-Si, estoy feliz. Yo compongo todo el tiempo, quiero sacar muchas canciones más y me encanta hacer parte a mis seguidores para que participen. Va a ser una canción que le va a gustar a muchas personas, porque habla de que a pesar de la oscuridad que puede existir, todo vuelve a su lugar. Nada es determinante, depende de cómo lo miremos y cómo lo abracemos.
-¿Cuál es tu deseo para el 2023?
-No tengo un deseo en particular, encaré el año en que todo lo puedo dar y hacer. Estoy enfocado en saber que puedo hacer todo lo que me proponga. Mi deseo es tener la fortaleza para poder avanzar, seguir con la música haciendo canciones. Salud y amor.