Sebastián Yatra está girando por nuestro país presentando su último disco Dharma. Ya pasaron Rosario, Córdoba, Mendoza y Salta; todos sold out. El fin de semana será el turno de Buenos Aires.
“Yo que soy un cabrón, no sé qué hice para merecerlos”, canta, casi que en tono hablado, ante un Arena Maipú, en Mendoza, encendido. El colombiano hace uso de una de las líneas del tema que le da nombre al disco para agradecerle al público que hizo de esta noche, otra fiesta. Es que lo que le sobra es amor por Argentina y se encargará de remarcarlo en cada oportunidad que tenga.
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Su conexión con el país empezó mucho antes de lo que se supone. Un viaje con sus papás a los 11 y el deseo inmediato de vivir en la Patagonia, lugar al que volvió incluso para grabar el video de “Amor Pasajero”. Lo que le siguió después fue nuestro propio folklore: rock, fútbol, una buena comida, cumbia y amor.
De hecho, en el show hay un momento dedicado a la cumbia. “De las cosas que más me gustan de Argentina son esas manos arriba” y cómplice con el público empezó a cantar “No te creas tan importante” de Damas Gratis. Fiestón.
Así fue el show de Sebastián Yatra en el Arena Maipú, Mendoza
El recital empezó explosivo e irá pintando paisajes musicales a medida que vaya avanzando la noche. Tiene matices y te transporta por esas mismas emociones que Sebastián Yatra tuvo al momento de componer. Escribe todas sus canciones desandando los caminos de su mente y corazón. Jugando con lo que es y no es autobiográfico. Aprendiendo que la vida es tanto una fiesta como un drama.
Se trata de un artista en plena búsqueda. Con este tercer disco parece haber encontrado un piso firme donde pararse y desde donde empezar a explorar. Yatra es un compositor nato que se animó a ser cantante para defender sus canciones. Desde esa matriz, coquetea con los géneros que su intuición y oído van captando para hacer de sí mismo una coctelera musical. A esa experiencia, te invita en sus conciertos.
Un show potente donde las canciones de sus primeros dos discos se enlazan naturalmente con las nuevas. Donde el reggaetón o, más bien el pop urbano, y la fiesta conviven con la balada y los climas más intimistas. Donde se desnudan el sonido del piano y el de la guitarra para darle protagonismo a la interpretación del amor/desamor más profundo. Un show en el que no faltan ni la impronta rockera ni un buen solo de guitarra: “No tengo que hacer una canción rock para demostrar que me gusta el rock”, se lo escuchó decir alguna vez.
Sebastián no se quiere definir con ningún género. No quiere limitarse. Persigue su crecimiento musical más que el éxito como tal. Una carrera rápida que no deja que lo deslumbre, en la que se esfuerza por mantener los pies sobre la tierra. Lo que disfruta del éxito son más bien las posibilidades que le da para completar sus incompletos con música y canciones. Dejar el alma desnuda al servicio de una balada (que sigue siendo su zona de mayor comodidad) teniendo como premisa que hablar de sus emociones y de su vulnerabilidad lo hacen simplemente más humano. Asumirse un poco roto, para salvarse a sí mismo. Es que lo que se rompe no es el espejo sino lo que nosotros vemos de nosotros mismos.
La empatía resulta natural. Lo auténtico conecta. Todo el resto es cuestión de gustos. El éxito es una consecuencia de algo más profundo, de algo que, incluso, le da más sentido a la mismísima satisfacción de encabezar un ranking o de llenar un concierto.
Habla de Fe, pero no necesariamente de Dios. Reza y propone una forma de vida con una intención más elevada. Hace un tiempo junto a Camilo sacaron “En Guerra” una canción contra el bullying. Hay detrás del músico, un chico soñador que en medio del éxito aprendió a ser adulto, que juega con su niñez y su simpleza, pero que también levanta el puño sabiendo que forma parte de una generación de artistas que son parte de una juventud golpeada por la mirada del otro, por la crítica y por ese realismo mágico de las redes sociales.
A lo largo del concierto, usará el micrófono para compartir ese mismo consejo que le dio su papá cuando era pequeño: “Hay que quererse como uno es con sus virtudes y defectos; y reírse de lo que no sabemos hacer muy bien porque que más nos queda que el sentido del humor”.
Un estadio colmado. Una gira que empezó en el interior del país, para darle el cierre en la Ciudad de Buenos Aires. Un objetivo que lo traza como artista: amor por lo que se hace, amor por lo que se da y amor por lo que se recibe. Eso es Dharma. En el medio, esta nota intentando retratar a la persona que se camufla con el artista. Habrá sorpresas en Qatar. Sebastián también estará en el Mundial y, con Colombia afuera, tendremos un hincha más.