Antes de Faith No More, el grupo que lo catapultó a la fama en el rock, y mucho antes de Fantomas, Tomahawk, Peeping Tom, Moonchild, Mondo Cane o cualquiera de sus casi infinitos proyectos musicales, Mike Patton tuvo una banda. Su banda. La primera. La que formó con sus amigos de la adolescencia en Eureka, aquella alejada ciudad californiana en la que nació, creció y se forjó. La más importante, quizás, quién sabe. Su nombre era Mr. Bungle y se volvió de culto rápidamente, gracias a su eclecticismo (rock, funk, ska, jazz, música circense... todo entraba en su universo), locura y espíritu libre y experimental.
Pero, al principio de todo, en sus primeros ensayos, en sus primeros recitales y en su primer demo, Mr. Bungle era algo mucho más simple, crudo y, por qué no, poderoso. Al principio de todo, Mr. Bungle era puro metal. Thrash metal, mezclado con algo de death, hardcore, punk y crossover, para ser un poco más precisos, y del estilo más salvaje y enérgico que se puede encontrar. Una raíz que siempre mantuvieron en su música, aunque nunca más en ese estado primitivo.
Hasta ahora.
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Mr. Bungle, aquella primera banda del talentoso e híper versátil cantante de Faith No More, se separó en el año 2000, tras quince años de carrera y tres discos de estudio editados por un sello multinacional. Pero afortunadamente para sus fieles seguidores a lo largo de todo el mundo, no lo hizo de manera definitiva. Veinte años después de su disolución, el grupo no solo volvió, sino que lo hizo como había surgido: con sus tres miembros fundadores (Patton en voz, Trey Spruance en guitarra y Trevor Dunn en bajo) y en su versión más primigenia y pesada de todas.
En 2020 regrabaron en estudio su demo original, “The Raging Wrath of the Easter Bunny”, y decidieron salir a tocarlo en vivo como los púberes que eran en aquel entonces (aquellos “vírgenes del death metal”, como se apodaban a sí mismos), solo que cursando sus cincuenta. Y lo hicieron junto a dos renombrados amigos, a quienes sumaron a sus filas para la grabación del mencionado álbum, ideales para esta nueva/vieja versión de la banda: Scott Ian, guitarrista de Anthrax y uno de los mejores violeros rítmicos del thrash (junto a James Hetfield de Metallica), y Dave Lombardo, el histórico y excelso baterista de Slayer. Pero llegó la pandemia y la gira de conciertos que habían iniciado por Estados Unidos tuvo que ser cancelada.
Dos años más tarde, Mr. Bungle por fin pudo retomar su frustrada marcha, y nada más y nada menos que en suelo sudamericano.
Después de cuatro shows en Chile, y tras un interesante acto de apertura a cargo del artista y performer argentino Yoto (quien con su set de samplers, loops y estridencia no pasó desaparecido y fue recibido cálidamente), el quinteto estadounidense debutó en Buenos Aires ante un Teatro Flores casi colmado. Y su contundencia fue brutal.
Luego un engañoso arranque melódico e irónico, bien al estilo Patton (que tuvo puesta durante todo el show una camiseta de la Selección argentina con la 10 y su apellido en la espalda), con “Won’t You Be My Neighbour?” del histórico presentador televisivo infantil Fred Rogers, la banda se despachó con una seguidilla de temas que, más que canciones, parecieron piñas en la cara. “Anarchy Up Your Anus”, “Raping Your Mind” y “Spreading the Thighs of Death” sonaron al hilo, para darle lugar a “Loss for Words” de Corrosion of Conformity.
Ese segundo cover de la noche fue tan solo uno de los muchos que sonaron, intercalándose con los títulos del disco que el grupo vino a presentar, en una performance tan ajustada como salvaje, comandada por la increíble potencia y soltura de Patton y esa columna vertebral de acero (o del material más sólido que se les ocurra) que siempre te da tener a Lombardo (el mejor batero del metal del mundo) en los parches. Así, entre “Bungle Grind”, “Eracist” (el más ganchero de los temas originales del álbum, coreado por todo el recinto) “Methematics”, “Hypocrites” y “Sudden Death”, pudimos escuchar el viejo hit soft rock “Summer Breeze” del dúo Seals & Crofts y clásicos de culto de la música pesada de los ochentas como “Hell Awaits” de Slayer (solo la intro), “Fuck the U.S.A.” de los punks escoceses The Exploited, “Loss of Control” de Van Halen y “Habla Español O Muere”, la reversión en castellano de “Speak English Or Die” de Stormtroopers of Death.
Más allá de este guiño a Latinoamérica que nació como gesto anti Donald Trump, es sorprendente lo bien que Mike Patton habla español (se dirigió al público siempre en nuestro idioma) y el conocimiento que tiene de los modismos del país y de nuestra actualidad. Tan es así que no solo les decía “porteños” a los presentes, sino que hasta llegó a preguntar “dónde están Lautaro y Lucas” (en referencia a los jóvenes desaparecidos en Florencio Varela desde hace una semana) y a cantar el hit argentino-mundialista viral de la “Abuela la la la”.
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La final Argentina-Francia del próximo domingo, también, tuvo un momento destacado en la interacción entre la banda y la audiencia. Bien metido en el tema, Patton nos deseó “mucha mierda” para el último partido de la Copa del Mundo, firmó y pateó una pelota y les enseñó a sus compañeros de banda a formar una barrera de fútbol. Scott Ian, el que menos castellano sabe del grupo, se llevó los aplausos, cuando dijo, en inglés: “Estas son las únicas dos palabras que sé decir en español: ‘Fuck France!’”.
Ya con la gente hacía rato en el bolsillo, Mr. Bungle se despidió de Buenos Aires con otro guiño a Sudamerica: “Territory”, el clásico de clásicos de los brasileños Sepultura, la banda más popular del heavy metal del hemisferio sur. Un adiós que, esperemos, sea solo un hasta luego.