Los Caballeros de La Quema volvieron a los escenarios este sábado con un show electroacústico. El espectáculo llevó el título del nombre de una de las canciones del disco Perros, Perros, Perros de 1996. Fue el regreso de la banda formada por un grupo de amigos que se separaron en 2001 y que desde el 2017 -en su reencuentro-, prometieron juntarse cada vez el que tiempo y el deseo se lo permitieran, como en esta ocasión.
A lo largo de la noche interpretaron 21 canciones, con una cuidada puesta en escena que le hizo honor al emblemático Café Tortoni, el spot que eligieron para transmitir.
La Viola estuvo en exclusiva en el detrás de escena de este show que enloqueció a sus fanáticos.
Lo que no se vio del show
Iván Noble le consulta a uno de sus amigos si se está poniendo bien la corbata y se excusa detrás de un: “Es que no uso esto desde la fiesta de egresados del secundario”. Todos los músicos terminan de probar y se disponen a vestirse para salir a escena. Cambian remeras por camisas y buzos por sacos, de a poco todo se va poniendo serio. Los nervios del regreso vía streaming se sienten en el aire.
Están aceitados, el viernes hicieron el último ensayo general que, según ellos, duró una eternidad. “Es muy distinto probar para algo así”, se los escucha decir. Quienes compraron las entradas anticipadamente, obtuvieron un código de obsequio para participar de la prueba de sonido a modo de previa.
El control central de la transmisión se hace desde afuera, dentro de una camioneta estacionada -sobre Avenida de Mayo-, están los técnicos que se encargarán de lo que los espectadores reciban en su casa. “Para escuchar bien, tenés que ir un rato allá, acá el sonido se pierde”, aconseja el cantante. Mientras el operador de audio está en un salón contiguo, alejado de la formación. Este también es uno de los desafíos del flamante formato, sumado a la distancia social y la reducción de personal.
Entre las mesas, donde los camarógrafos y asistentes se mueven ultimando detalles, deambularon figuras como Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, Julio Cortázar y Alfonsina Storni. El Café Tortoni, carga con el rótulo de “notable”, el bar -fundado en 1958- es el más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires. Ubicado en el barrio porteño de Monserrat, es querido por los propios y aclamado por los extranjeros, que en tiempos normales lo sitúan en sus mapas como parte del recorrido turístico.
La hora está llegando, los artistas se quitan el tapabocas y se acomodan en las sillas y mesas. El mánager del grupo parodia a un famoso personaje de Antonio Gasalla y lanza: “Se van para atrás”. Se da la orden de apagar los teléfonos y se preparan para la función.
Ahí están otra vez, Pablo Guerra, Javier Cabo, Patricio Castillo, Martín Mendez e Iván Noble. Los muchachos, que tocaron en plazas, bares, teatros pequeños, enormes estadios y que volvieron después de 20 años para 30 mil personas en el Estadio Único de La Plata, debutarán en el formato pandémico por excelencia. Para la reunión convocaron a Rubén Casco en teclados y Basilio Fernández en bandoneón.
En el móvil chequean por última vez el sonido y las cámaras, el sonidista ajusta los potes de la consola, bajan las luces y empiezan los acordes del primer tema. Los Caballeros eligen arrancar con “Patri”, del disco Manos Vacías, y lo pegan con “Jodido Noviembre”, seguido de “Qué pasa en el barrio”.
El grupo que hizo sus primeros pasos en los 90 y agitaba durante años en Cemento, recién empezaría a relajarse en el cuarto tema, “Otro Jueves Cobarde”, el hit melancólico que el propio Noble escribió con su admirado Joaquín Sabina.
Los artistas murmuran entre ellos sobre lo difícil que es acostumbrarse a esperar el aplauso detrás del tema, el silencio entre canción y canción se les hace difícil de manejar. Pero pilotean, ponen primera y continúan el repertorio.
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Detrás de cámara todo es silencio y expectativa. Los músicos agradecen a la gente que los mira desde sus hogares, hablan con nostalgia de los viejos tiempos y continúan con un cover de Charly García, “Yendo de la cama al living”. Luego será el turno de los clásicos propios: “Fulanos de Nadie”, “Sapo de otro pozo”, “Carlito” y antes de cerrar con “Avanti Morocha” y “Oxidado”, interpretan el tema que dio nombre al show, “Mientras haya luces”.
Cuando termina Noble, dispara: “Chau, muchas gracias, hasta pronto en carne y hueso”. Ahora si, el aplauso del equipo. Cuando las luces se apagan, vuelven de los vestuarios de civiles, ya sin sacos y sin corbatas. Se sientan en las mesas de mármol para cenar juntos, brindan por la aventura realizada, con la premisa que si las ganan reaparecen, volverán a encontrarse.