Los Príncipes de Mónaco, Alberto II (53) y Charlene Wittstock (33), sellaron su amor ante Dios en una ceremonia oficiada por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi. A ella, sin embargo, se la notó algo ¿triste?
Los rumores de que la pareja no estaba pasando por su mejor momento resurgieron con la expresión poco sonriente de la Princesa. Su actitud, no obstante, volvió a ser la misma de siempre una vez finalizada la celebración religiosa, por lo que algunos atribuyeron su expresión a la emoción o al estado de nerviosismo propio de una mujer que se está casando.
El beso que se dieron los recién casados, en tanto, también dio de que hablar. "Tímido, frío, diplomático", así lo definió universal.com. ¿Serán ciertos los rumores de crisis que desde el Palacio se encargaron de desmentir en los últimos días? ¿Qué le pasaba en su boda a la Princesa de Mónaco?