Letizia no es precisamente la reina más popular que haya tenido España y muchísimo menos desde que se metió con su suegra, la adorada reina Sofía. Para colmo, tenían que encabezar un acto en Girona en medio de protestas de la Generalitat en contra de la corona. Pero ella, igual, lo dejó pagando a su marido.
Los Reyes de España se trasladaron a Girona, sorteando piquetes y pintadas en contra, y llegaron al Celler de Can Roca, el segundo mejor restaurante del mundo, para presidir los Premios Princesa de Girona. A pesar del verano intenso, inesperadamente se largó a llover en el preciso momento que Letizia y Felipe llegaban al lugar.
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El Rey bajó primero del auto y esperó bajo el agua que la Reina hiciera lo propio. Letizia descendió con un vestido rojo de Carolina Herrera, sandalias de Magrit, aros de diamantes y un impecable pelo recogido con rulos. Inmediatamente, un asistente le dio un enorme paraguas azul, para que pudiera proteger el vestuario y el peinado.
Lo insólito fue que, cuando el Rey se acerca a ella y estira la mano para tomar el paraguas, ella forcejeó hasta ganarle y se quedó sola muy tranquila bajo el resguardo. Felipe no dijo nada y aceleró el paso para llegar bajo techo y guarecerse de la lluvia.
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La mayoría de los españoles tomaron muy mal la curiosa actitud de Letizia, como muestra de su (mal) carácter y desprecio por ciertas normas.
Algunos, en cambio, justifican que el gesto de Letizia fue para que el Rey, como indica el protocolo, sea el primero en pasar y saludar a los invitados. Y también hay quiénes la defienden como una actitud feminista de su parte.
Una reina polémica
Letizia tiene varios antecedentes que no caen bien a los amantes de la corona española. El último episodio, tildado de bochornos, se había dado el domingo de Pascuas, a la salida de la misa en la Catedral de Palma de Mallorca. Sofía intentó sacarse una foto con sus dos nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, pero Letizia se interpuso bruscamente entre ellas y los fotógrafos.
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Pasó una vez, dos y luego se acercó a una de sus hijas para acomodarle el pelo mientras que, visiblemente molesta, increpó a su suegra. La nena entonces se zafa del abrazo de su abuela con malos modos. Tanto el rey emérito Juan Carlos como Felipe VX percibieron la tensión, y este último le dijo unas palabras a su esposa para calmarla.
Este encontronazo con su suegra le valió abucheos, toneladas de notas criticándola en los medios y terminó con una puesta en escena de reconciliación poco creíble, que incluyó un empujoncito a la princesa Leonor pata que estuviera más cerca de su abuela.
