Un chicle para disimular el aliento. Manejar por las calles menos custodiadas. Hay varias estrategias para intentar zafar a los controles de alcoholemia cuando hay una o dos copas de más, pero la de este conductor mexicano fue verdaderamente única. En el DF, al llegar a la delegación Izatapala, al oriente de la capital, un hombre de 42 años simuló sufrir un infarto para evitar ser detenido. Queda claro: estaba varios puntos por arriba de lo permitido.
Le tocó ser detenido en plenos festejos de Navidad. Mientras era trasladado a la comisaría, afuera de su auto, el conductor gritó que "sentía que se iba a morir" mientras imitaba los síntomas de un paro cardíaco, según informó CNN de México. Los policías llamaron a emergencias, que determinó que no tenía un infarto y que, salvo la intoxicación por el alcohol, estaba bien de salud.
Aunque el conductor insistía que se estaba muriendo, no fue enviado al hospital. Sin ningún tipo de paciencia, los policías lo trasladaron en ambulancia a la comisaría.
