La masacre del viernes 15 de marzo escribió uno de los capítulos más oscuros en la historia de Nueva Zelanda. Fue en Christchurch, la ciudad que quedó atrapada entre el pánico y el dolor cuando un atacante australiano de 28 años abrió fuego en dos mezquitas y dejó un saldo de 50 muertos y decenas de heridos (entre ellos, una persona que murió días después del hecho). La estremecedora secuencia que dio lugar a la mayor masacre en la historia del país -un ataque clara y explícitamente islamófobo- pudo haber sido sucedida por discursos de intolerancia, revanchismo o la promesa de políticas aislacionistas. Pero el curso de la historia fue otro. Y mucho tuvo que ver en eso su líder: la laborista de 38 años Jacinda Ardern, que se convirtió en 2017 en la jefa de Estado mujer más joven del mundo.
"Ellos son nosotros", dijo en declaraciones sobre los inmigrantes que fueron foco del odio del atacante. La frase, que se convirtió en todo un emblema, ofrece un acercamiento a sus cualidades como líder. Pero si alguien creyera que la empatía ha sido el atributo que mejor desplegó la primera mandataria neozelandesa en los últimos días, quizás se pierda de ver las recientes muestras de determinación y la clara estrategia de diferenciación con otros líderes mundiales.
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"Les puedo decir una cosa ahora mismo, nuestras leyes de armas cambiarán", dijo a horas del atentado. A solo días de haber pronunciado esas palabras, anunció la prohibición de la venta de fusiles de asalto, armas semiautomáticas y cargadores de alta capacidad.
"Yo no creo que ningún líder en ningún lado pueda estar preparado para este momento. Yo soy la líder de una nación particularmente pacífica, inclusiva. Y eso nos enorgullece. Somos conocidos por ser un país abierto [...] De hecho, el terrorista que vino a perpetrar esto nos eligió por estas razones", dijo en diálogo con la BBC.
En la misma entrevista, y frente a los cuestionamientos dentro de su propio espacio político, hay quienes proponen límites al flujo migratorio, Ardern respondió: "Uno de los anuncios más resonantes que hicimos desde que llegamos al poder es el aumento en la cuota de refugiados, particularmente en el marco de conflictos que han dejado a gente sin la seguridad de un hogar permanente. Somos un país abierto [...] Yo rechazo la idea de que estando abiertos a generar un ambiente receptivo a los que deseen llamar a Nueva Zelanda su casa hayamos creado un clima para que este tipo de ideología exista".
Otra de las decisiones de la primera mandataria fue la de no nombrar al atacante de Christchurch. "Él buscó muchas cosas con su acto de terror, pero una de ellas fue la notoriedad. Esa es la razón por la que nunca me van a escuchar pronunciar su nombre. Él es un terrorista. Él es un criminal. Él es un extremista. Pero será, cuando yo hable, un 'sin-nombre'", expresó.
En cuanto a sus planes después de la tragedia que hizo que el país "perdiera su inocencia" con respecto a la seguridad, dijo: "Yo quiero que todo el mundo que llame a Nueva Zelanda su casa se sienta seguro, cualquiera sea su raza o etnia. Lo siento particularmente cuando se trata de mujeres y niños [...]. Mi trabajo es trabajar para reconstruir su sentimiento de seguridad, y eso incluye enfrentar cualquier forma de racismo".
"Más allá de que todos quedamos impresionados por el ataque una nación que es muy pacífica además de lejana, me pareció impactante la actitud de una primera ministra que demostró un liderazgo humanista. Distinto a otros liderazgos en situaciones como estas de ataque terrorista. Ella se mostró con compasión, responsable e inclusiva", analiza Andrés Hatum, experto en liderazgo y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. "Es totalmente contrario a la actitud de otro líder. Bajó a tierra, mostró su humanidad y demostró que se puede hacer política con un centro diferente, donde incluir y no dividir a la sociedad es algo posible".
Jacinda-Manía
La historia de Jacinda Ardern es algo más que intensa. Es licenciada en Comunicación y se desempeñó como líder mundial de las juventudes socialistas. En 2017, con 37 años, consiguió vencer al Partido Nacional de Nueva Zelanda, tras casi una década en el poder y se convirtió en la primera mandataria mujer más joven del mundo.
La actual primera ministra es la segunda jefa de Estado electa que tuvo un hijo mientras ejerce su cargo. Fue además la primera líder en llevar a su bebé a la Asamblea General de las Naciones Unidas. La imagen su pareja, el presentador de televisión Clarke Gayford cuidando a su hija mientras Ardern sesionaba con el resto de los líderes mundiales se convirtió en un buen resumen de lo que Ardern y su estilo simple y desprejuiciado simbolizan.
Su impronta, que la diferencia claramente de otros de sus pares, ha despertado fascinación en hombres y mujeres del mundo entero y también en los medios. La "Jacinda-Manía", como se llamó al fenómeno, le mereció invitaciones a los más renombrados programas de TV de Estados Unidos y el Reino Unido.
"No creo que hay un manual para el liderazgo. Y me rebelo con la idea de que la política tiene que ser un lugar lleno de ego, donde estás obsesionado con ganarle a otro. Sí, necesitamos una democracia robusta, pero podés ser fuerte y bueno. Entonces estamos construyendo un gobierno compasivo, uno enfocado en mejorar el bienestar de las personas y en que nos vaya bien económicamente", dijo en una entrevista otorgada a la periodista Victoria Derbyshire, en BBC News.
"¿Le propondría casamiento a su marido? Usted es feminista", le preguntaba, para cerrar el diálogo. Entre risas, Ardern respondió: "Soy absolutamente feminista. Pero quiero que él pase por la tortura de hacer esa pregunta".
Sin dudas, no todos fueron halagos en el complejo camino que recorrió como primera ministra. El diario norteamericano Wall Street Journal dijo en un tuit: "Conozcan a la Justin Trudeau de Nueva Zelanda -excepto que se parece más a Trump en inmigración". Al respecto, Ardern se encarga de enfatizar que su gobierno subió las cuotas de refugiados (algo que es cierto, pero este incremento suma un total de 1500 vacantes) y, con sutileza, se intenta diferenciar de Donald Trump llamando a la compasión y a la inclusión.
También ha sido cuestionada por sus esfuerzos de facilitar planes de vivienda (el famoso KiwiBuild) que presentan muchas trabas burocráticas, tal como consignó en un perfil publicado recientemente el diario Washington Post.
Pero la masacre de Christchurch parece haber puesto a la líder neozelandeza ante el reto de su vida. "La gente ha perdido la fe en los políticos y las instituciones políticas. Yo creo que si queremos restaurar esa fe también tenemos que ver lo que entregamos. Pero al mismo tiempo tenemos que ser abiertos también. En el fondo, los políticos somos individuos frágiles. Somos humanos", decía la propia Ardern tiempo atrás.
Casi como si hubiera podido prever lo que vendría, toda su humanidad fue puesta a prueba en los últimos días. Pudo, ante el mundo, desplegar la empatía pero también la firmeza para llevar adelante, como quizás no ha podido en otras situaciones, las políticas necesarias para mandar un mensaje concreto, consistente con sus declaraciones.
¿Podrá la mujer que fascina al mundo mantener sus principios y resguardar los intereses de su país, dentro y fuera de sus fronteras? ¿Podrá ser consistente en el tiempo con el mensaje de compasión y solidaridad que hoy encarna? Vale la pena, por lo pronto, seguir de cerca a Jacinda Ardern. Una mujer que reaviva la esperanza, incluso entre los más escépticos, de que otro liderazgo es real y humanamente posible.