Meses de idas y venidas, ataques verbales y desplantes culminarán esta noche (9 a.m. en la hora local de Singapur) con una cumbre que mira el mundo. Por primera vez en casi 70 años de conflicto, el presidente de Estados Unidos y el líder de Corea del Norte se reunirán con dos temas principales sobre la mesa: la desnuclearización del país asiático y un posible acercamiento para pactar el fin oficial de la guerra entre las Coreas, que terminó con un alto al fuego en 1953.
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Pese a la calificación de "histórica" que se ha dado al encuentro por parte de medios y analistas, el resultado es tan impredecible como sus protagonistas. Está por verse si la tranquila ciudad de Singapur puede abarcar la contundencia y volatilidad que profesan ambos dirigentes, que se juegan mucho peso político. Mientras que Trump buscará ponerse la medalla por haber sido el protagonista de una reunión que nunca prosperó para sus predecesores y ser recordado como el presidente que consiguió la desnuclearización de la región, Kim tiene la oportunidad de verse reconocido de frente por un enemigo histórico.
Las demandas sobre la mesa
Esta mañana, el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, expresó en un encuentro con periodistas que se encontraba "muy optimista" sobre la reunión. Desmintió también una publicación de The New York Times que sugería que el gobierno de Trump carece de "experiencia técnica" para conducir las negociaciones, y aseguró que tienen "docenas de expertos" que trabajaron durante meses en los detalles del encuentro.
Pompeo reiteró que el objetivo es "la completa y verificable desnuclearización de Corea del Norte", el único escenario que los Estados Unidos aceptarían. También explicó que Donald Trump se enfrenta a la reunión con "confianza, una actitud positiva y la voluntad de obtener un progreso real". Por su parte, el presidente tomó Twitter para expresar que está encantado en Singapur.
Pyongyang aseguró que estaba dispuesto a deshacerse de su programa nuclear, pero siempre a cambio de que la transición se produzca de forma "progresiva" y que el régimen obtenga garantías de seguridad, además de otros beneficios. Kim Jong-un llegó ayer a la mañana a Singapur, y desde entonces se ha reunido con el primer ministro de la ciudad-Estado para agradecer su hospitalidad.
Esta es la tercera vez que Kim Jong-un abandona su país desde que asumió el poder en 2011. Antes visitó China en dos ocasiones y hace tan solo unos meses cruzó hasta una zona desmilitarizada de Corea del Sur para el que fue otro encuentro histórico con su presidente, Moon Jae-in.
