El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ganó las elecciones generales celebradas el lunes, pero no logró la mayoría absoluta, según los resultados provisionales.
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En este escenario, Trudeau tendrá que buscar apoyos puntuales de los partidos de la oposición para sacar adelante sus propuestas legislativas, ya que en Canadá no existe tradición de gobiernos de coalición.
De acuerdo al conteo, el Partido Liberal (PL) de Trudeau obtendrá 156 de los 338 diputados de la Cámara Baja del Parlamento, 14 menos de los necesarios para gobernar sin el apoyo de otros grupos políticos. En las elecciones de 2015, los liberales obtuvieron 184 escaños.
Por su parte, el Partido Conservador (PC) logró 122 diputados, frente a los 99 de 2015. Por detrás quedó el soberanista Bloque Quebequés (BQ), con 32 diputados; el socialdemócrata Nuevo Partido Democráta (NPD), con 24; el Partido Verde, con 3 y un independiente.
El gran vencedor de la noche fue el separatista BQ, que pasó de 10 a 32 diputados. Es por ello que en un discurso ante sus seguidores en Montreal, Trudeau extendió su mano a las provincias de Quebec y Alberta, donde perdió una parte sustancial de apoyo popular.
"Queridos quebequeses, he oído el mensaje", afirmó el dirigente tras añadir que el resultado deja claro que la provincia francófona quiere seguir siendo parte de Canadá, a pesar de que los soberanistas triplicaron su apoyo.
Trudeau explicó ese aumento del apoyo al BQ responde al interés de los quebequeses de que su voz "se oiga más en Ottawa", algo a lo que se comprometió a hacer.
Sin esperar los resultados finales, el presidente estadounidense, Donald Trump, saludó en un tuit la victoria "maravillosa y duramente batallada" de Trudeau, con quien mantiene una relación complicada.
Imagen borrosa
Mayor que sus rivales, Trudeau ya no tiene la ventaja de la juventud ni la novedad que lo impulsaron al poder en 2015.
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El dirigente liberal termina su primer mandato afectado por varios escándalos. Su popularidad cayó tras un caso de injerencia política en un proceso judicial y por la publicación en plena campaña de fotos suyas con la cara pintada de negro, por lo que fue señalado de "racista".
A lo largo de la campaña, defendió su gestión: economía sólida, legalización del cannabis, impuesto al carbono, acogida de miles de refugiados sirios, acuerdos de libre comercio firmados con Europa o Estados Unidos y México, entre otras políticas.
Como contraparte, el joven dirigente conservador Andrew Scheer había prometió retomar el equilibrio presupuestario y reducir los impuestos con un objetivo simple: "devolver el dinero a los bolsillos de los canadienses".
Pero el joven opositor, padre de cinco niños y de formación católica, tampoco escapó a la polémica debido a su hostilidad personal hacia el aborto, la revelación tardía de su doble nacionalidad canadiense y estadounidense, o sospechas de que ordenó una campaña para denigrar a un rival.
