Finalmente sucedió lo más incómodo para la Argentina en el G20: fue el único país presente en Johannesburgo en levantar la mano para decir que no estaba de acuerdo con el documento final que proponía la presidencia sudafricana.
Es una situación histórica y sin precedentes. Por primera vez que la cumbre de líderes del G20 no finaliza con un comunicado de consenso apoyado por todas las partes. La falta de acuerdo general no se debe sólo al rechazo de la Argentina, sino que responde principalmente a la posición que adoptó Estados Unidos en la semana.
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Tal como adelantó en exclusivo TN, el gobierno estadounidense había informado a través de su embajada en Pretoria que no habría ningún representante de Donald Trump durante la cumbre y que tampoco apoyaría un comunicado final por las políticas impulsadas y adoptadas por el gobierno sudafricano.
Desde ese entonces, se sabía que los ojos se posarían sobre la posición que finalmente adoptara la Argentina. Javier Milei ya había avisado que no viajaría, alineándose a Donald Trump. La declaración podía ser distinto. Tiene implicancias políticas y diplomáticas que, pese a los enunciados públicos, en privado el Gobierno nacional busca preservar.

Esa fue la misión que tuvo el sherpa argentino, Federico Pinedo, como así también el canciller Quirno y sus más altos funcionarios que lo acompañaron y secundaron en las reuniones bilaterales, Fernando Brun –secretario de Relaciones Económicas Internacionales- y Juan Navarro –subsecretario de Política Exterior. Buscaron una alineación con Estados Unidos sin ser el único en oponerse al grupo.
Según pudo saber este medio, la representación argentina pidió que el documento final de la cumbre no se publique como una resolución de consenso, dado que Washington no había participado del mismo. Pero, por el contrario, la presidencia sudafricana insistió en que tenía que presentarse como un texto consensuado porque así lo habían hecho las partes presentes.
Ante esta última situación, la Argentina anunció que no acompañaría. También jugó un rol preponderante un párrafo del borrador del comunicado en donde se hacía referencia a territorios palestinos ocupados por Israel en vez de abordar el conflicto en Medio Oriente desde una óptica más amplia, como se pedía desde Buenos Aires por la cercanía con Israel.
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Estas fueron las “líneas rojas identificadas” que mencionó el canciller Quirno durante su presentación en el pleno de la cumbre, que tampoco contó con la presencia de Vladimir Putin –como viene sucediendo desde el inicio de la invasión a gran escala a Ucrania, de Xi Jinping y de Claudia Sheinbaum.
Las autoridades argentinas saben que al tomar esta posición el país se expondrá a críticas y reproches de socios globales. Pero también es cierto que existía un pedido desde Washington para acompañar la posición de un Trump que, paradójicamente, será el anfitrión de la próxima cumbre del G20 en 2026. Del boicot en Sudáfrica a organizarla en Estados Unidos.
Una vez anunciado el posicionamiento argentino, los representantes nacionales intentaron que la declaración final sea publicada como un texto de la presidencia del G20, ósea de Sudáfrica, y no como un documento apoyado por el resto de los países.
“Argentina mantiene su pleno compromiso con el espíritu de cooperación que ha definido al G20 desde su creación”, aseguró Quirno durante su discurso en Johannesburgo. Representa la intención argentina de, por un lado, seguir alineado por completo a Washington y, por el otro, sostener el posicionamiento y buen uso de las relaciones diplomáticas.



