La comunidad de Stillwater, Oklahoma, está conmocionada y furiosa. Jesse Butler, un joven de 18 años perteneciente a una familia reconocida en la ciudad, fue condenado por violar y atacar brutalmente a dos compañeras de secundaria, pero un juez decidió dejarlo en libertad. En vez de cumplir los 78 años de prisión que enfrentaba, solo deberá realizar tareas comunitarias y asistir a sesiones de terapia.
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Un caso que sacudió a Stillwater
El 4 de marzo, la policía arrestó a Butler luego de que dos estudiantes de la Stillwater High School lo denunciaran por agresiones sexuales y físicas. Según los informes oficiales, los hechos incluyeron violación en primer grado, estrangulamiento, intento de violación y abuso sexual con instrumentos.
Aunque Butler tenía 17 años al momento de los ataques, fue juzgado como adulto. Sin embargo, su estatus cambió a “joven infractor”, lo que abrió la puerta a una sentencia mucho más leve.
En agosto, Butler se declaró “no culpable” de 11 cargos, pero aceptó un acuerdo con la fiscalía. El juez avaló el trato y le evitó la cárcel, ordenándole solo 150 horas de tareas comunitarias y asistencia a terapia.

El peso de una familia poderosa y la bronca de las víctimas
La decisión judicial generó un fuerte repudio. Butler es hijo de un exdirector del equipo de fútbol americano de la Universidad Estatal de Oklahoma, un dato que, según organizaciones de víctimas, fue clave para que recibiera un trato diferencial.
Las familias de las chicas atacadas y los defensores de víctimas aseguran que la influencia de la familia Butler inclinó la balanza a su favor. “Mi hija tuvo que demostrar una y otra vez que era la víctima, mientras el sistema encontraba excusas para el que la lastimó”, expresó la madre de una de las jóvenes en una declaración ante la justicia.
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El testimonio de las víctimas y la reacción social
En sus declaraciones, una de las chicas describió el calvario que vivió: “Tuve que explicar los moretones, el silencio, por qué me aislé de la gente que me quiere. No solo me estrangulaste con tus manos, también me quitaste la voz, la alegría, la capacidad de sentirme segura en mi propio cuerpo”.

Según el canal KOCO, la joven declaró que Butler la amenazó de muerte si lo denunciaba.
La indignación se trasladó a las calles. Unas 100 personas se manifestaron frente al tribunal para exigir justicia al grito de “Sin justicia no hay paz”.
“Casi pierden la vida, hay videos de lo que pasó y el agresor se va con una palmada en la mano y 150 horas de servicio comunitario. Es ridículo”, dijo Adelyn Smith, una de las manifestantes.



