El 29 de junio de 2017, Molly McLaren estacionó su auto en el centro comercial Docskide, en la ciudad de Chatam, Inglaterra. Minutos antes, había salido del gimnasio como cualquier día, sin saber que su exnovio la había seguido desde el interior del edificio.
En cuanto ingresó al vehículo, Joshua Stimpson abrió la puerta y la atacó con un cuchillo de cocina. Frente a decenas de personas, la apuñaló más de 70 veces mientras ella intentaba defenderse. A pesar de que los testigos gritaron y corrieron a ayudarla, no pudieron detenerlo a tiempo y la joven murió en cuestión de segundos.
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“Esa perra me arruinó la vida”, fueron las primeras palabras que dijo Stimpson al momento de su detención. Las cámaras de seguridad del estacionamiento habían registrado parte de la secuencia, un elemento que fue clave en el juicio para reconstruir el crimen.
Una relación violenta
Molly McLaren era una joven británica de 23 años que estudiaba Ciencias del Deporte en la Universidad de Kent y trabajaba en un local de ropa deportiva. Incluso, su sueño más grande era abrir su propio gimnasio para dar clases.
En 2016, conoció a Joshua Stimpson, de 23 años, a través de la aplicación de citas Tinder y comenzaron a salir. En un principio, la relación aparentaba ser normal: los dos tenían interés en la vida fitness y saludable, y solían hacer ejercicio juntos. Sin embargo, con el paso del tiempo, él empezó a mostrar un lado más controlador y posesivo.
Después del crimen, los amigos de Molly aseguraron que Stimpson le revisaba los mensajes de su celular y las redes sociales para asegurarse de que no hablara con otros hombres. Además, constantemente la presionaba para que pasen tiempo juntos.
Este vínculo se sostuvo por unos meses, hasta que en junio de 2017, McLaren decidió separarse para ponerle fin al comportamiento violento que tenía Stimpson. Pese a ello, esto empeoró todo.

Joshua no aceptó la ruptura y la violencia escaló: comenzó a seguirla por la calle, la esperaba a la salida de la facultad y publicaba comentarios agresivos en Facebook sugiriendo que ella tenía problemas psicológicos. A pesar de que Molly lo bloqueó en todas las plataformas, él creó cuentas falsas para seguir hostigándola.
Una semana antes del femicidio, la joven estudiante fue a la policía y realizó una denuncia. Ella les mostró las capturas de pantalla con los mensajes de acoso y afirmó que temía por su seguridad. Sin embargo, no hubo medidas de protección ni seguimiento.
El crimen y el juicio
La mañana del 29 de junio, cuando Molly volvió a ver a Stimpson mientras la seguía, le avisó a su madre y a una amiga de la situación. Ambas le dijeron que se quedara tranquila y que salga del gimnasio.
Minutos después, Stimpson la siguió hasta el estacionamiento del centro comercial Docksid y cuando ella se detuvo para mandar un mensaje, él se bajó de su auto y comenzó el ataque. McLaren intentó defenderse, pero las heridas fueron fatales, ya que en total recibió 75 puñaladas. “Los gritos fueron insoportables”, declaró una de las testigos.
La policía llegó rápidamente y encontró al joven al lado del cuerpo de la chica. Allí, lo detuvieron manchado completamente de sangre.
En enero de 2018, inició el juicio contra Joshua Stimpson en la Corte de Maidstone. En una de las audiencias, la defensa argumentó que el acusado sufría un trastorno de personalidad que lo llevó a perder el control.
Sin embargo, la fiscalía demostró que el ataque fue planificado. De acuerdo a las pruebas, días antes del asesinato, Stimpson había comprado el cuchillo, toallitas húmedas y un set de limpieza de autos. Además, había hecho búsquedas en Internet sobre cómo seguir a alguien sin ser visto.
Las imágenes del gimnasio, los mensajes de texto y los testimonios de los testigos confirmaron que había actuado con plena conciencia de lo que hacía.
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Por este motivo, el juez lo declaró culpable de homicidio y lo sentenció a cadena perpetua con un mínimo de 26 años de cumplimiento efectivo. Allí, lo calificó como “un hombre manipulador, obsesivo y extremadamente peligroso”. El joven, por su parte, no pidió disculpas ni se mostró arrepentido.
Tiempo después de la condena, la familia de la víctima creó una fundación para concientizar sobre los riesgos del acoso y la importancia de ofrecer apoyo a jóvenes en relaciones violentas. “Queremos que su muerte sirva para salvar a otros”, dijo su madre, Jo McLaren, en una conferencia de prensa.



