Una tarde de juego entre amigos terminó en tragedia en la localidad estadounidense de Mount Airy, en Maryland. Un nene de 13 años murió al ser arrastrado por una corriente de agua durante una inundación repentina.
Ocurrió en la tarde del jueves cuando una fuerte tormenta provocó el desborde de un estanque cercano a una escuela secundaria y convirtió la zona en un terreno imposible de controlar.
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Todo pasó en cuestión de minutos. El chico estaba con sus amigos en un complejo de departamentos sobre Watersville Road, cuando el nivel del agua subió de forma abrupta.
Poco después, la corriente lo arrastró hacia una alcantarilla de aguas pluviales y, a pesar de los desesperados intentos por salvarlo, no lograron sacarlo con vida.
Uno de los primeros en llegar fue un oficial del Departamento de Policía de Mount Airy. Se metió al agua e intentó frenar la fuerza que lo empujaba hacia el desagüe, pero no pudo sostenerlo. “El agua se movía muy rápido y le llegaba a la cintura o al pecho a este policía”, contó Doug Alexander, vocero de la Compañía de Bomberos Voluntarios local.
En pocos minutos, el lugar se llenó de rescatistas, bomberos y buzos de varias localidades vecinas. “Dos o tres bomberos se metieron para ayudarlo e intentaron intervenir, pero la presión del agua en movimiento y el pequeño diámetro de la tubería dificultaron mucho el rescate”, explicó Alexander.
Las autoridades confirmaron que el adolescente murió dentro del sistema de drenaje. El jefe de Policía, Michael Ginevra, detalló que el chico “fue finalmente recuperado de la alcantarilla, pero lamentablemente, sucumbió a las heridas sufridas”.
Alexander, que cuenta con más de 50 años de servicio en el cuerpo de bomberos, aseguró que fue una de las situaciones más difíciles que atravesó: “La fuerza del agua era abrumadora. Fue todo muy rápido. No había margen para reaccionar”.
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En medio del dolor, las autoridades lanzaron una advertencia y pidieron evitar que los chicos se acerquen a zonas con agua en movimiento durante temporales como el que azotó a Maryland. “No importa si parece una corriente débil. El peligro es real”, subrayó Alexander.
