Sin la repercusión mediática de la ola de arrestos y deportaciones impulsada por Donald Trump en Estados Unidos, el gobierno de la República Dominicana expulsó a 153.144 haitianos indocumentados solo en los primeros cinco meses del año.
En silencio y con la indiferencia internacional de la perpetua crisis haitiana, el presidente Luis Abinaider pisó el acelerador de una dura política migratoria que incluye la construcción de un muro en la frontera bilateral que divide en dos a la isla La Española que comparten ambos países en el Caribe.
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“A partir de 2020, cuando asume este gobierno, la política migratoria ha sido agresiva con deportaciones intensas, violando leyes y protocolos y en un contexto mundial que no ayuda. Dominicana se inscribe en esa ola de endurecer la política migratoria”, dijo a TN el activista de origen haitiano William Charpantier, coordinador de la Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados de Santo Domingo.
Por qué Dominicana construye un muro en su única frontera terrestre
El gobierno de Abinaider comenzó la segunda fase de la construcción de la llamada oficialmente “verja perimetral inteligente” en la provincia fronteriza de Dajabón.
La zona es el centro neurálgico de la inmigración irregular desde Haití, un país despedazado por catástrofes naturales y tomado por pandillas armadas que se disputan entre sí el poder ante la virtual ausencia del Estado.
En los últimos días, dos migrantes haitianos resultaron heridos de bala por miembros del Ejército dominicano después que lanzaron piedras al intentar ingresar al país junto a un grupo de 13 migrantes irregulares, según el reporte oficial.
La nueva etapa del muro contempla un tramo de 13 kilómetros, que se extenderá desde el punto conocido como La Sal, hasta la comunidad de Capotillo.
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La nueva estructura contará con una altura total de 3,9 metros y estará compuesta por una base de un pie de hormigón armado, 1,5 metros de muro de concreto, 1,8 metros de malla ciclónica y una trinchera doble de 30 centímetros de profundidad.
Según dijeron a TN fuentes del Ministerio de Defensa dominicano, el muro busca “combatir de manera eficaz las actividades ilícitas que históricamente han afectado la zona fronteriza, como el tráfico de indocumentados, el narcotráfico y el robo de ganado”.
El plan oficial es ambicioso. La muralla se construye en cinco provincias fronterizas, pero no se levantará en toda la línea divisoria de 391,6 kilómetros. Solo abarcará, cuando esté totalmente terminada, 164 kilómetros de frontera terrestre. El resto de la línea limítrofe está surcada por lagos, ríos y arroyos o una topografía muy accidentada que llega hasta 2000 metros sobre el nivel del mar.
Crecen las deportaciones y las denuncias de violaciones a los derechos humanos
Los números impactan. En cinco meses, el país deportó a 153.144 haitianos indocumentados, según datos de la Dirección General de Migración (DGM). Solo en mayo fueron expulsados 34.190 inmigrantes haitianos sin documentos. Es la cifra más alta alcanzada en un mes en lo que va de año.
El plan tiene como objetivo de máxima repatriar a 10.000 haitianos por semana.
Los arrestos masivos se realizan hasta en hospitales. Según el informe oficial, se deportaron a 186 mujeres embarazadas indocumentadas y a 559 en labores de parto. Todas ellas fueron detenidas en hospitales desde el 21 de abril en 33 centros sanitarios del país.
En su diálogo con TN, Charpantier dijo que los migrantes haitianos “viven en tensión permanente”.
“Son apresados en las calles, no solo por inspectores de migración, sino por las policías nacional y municipal. Cualquiera se cree con derecho de denunciar a los haitianos. Los migrantes no pueden salir de sus casas, tienen miedo y en algunas zonas no les permiten subir a las guaguas (colectivos)”, contó.
Según Charpantier, “hay una especie de cacería de brujas. Esto es una situación catastrófica para los migrantes. Incluso, detienen a los que tienen documentación. Los arrestan por su tez negra, Hay denuncias de detenciones de afrodominicanos. Se los llevan para investigar su origen. Esto es racismo”, enfatizó.
La policía, según denunció, detienen a cualquier persona sospechosa de ser haitiano y la raza es lo que distingue a los nacionales de uno u otro país. La mayoría de los dominicanos son mulatos o mestizos. Los haitianos no. Todos tienen la piel negra y hablan “creole”.
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Se calcula que hay cerca de medio millón de migrantes en el país, sobre una población total de 11,3 millones. El 98% de ellos son haitianos, dijo Charpentier. Otros 250.000 son hijos de estos migrantes que llegaron al país escapando de la violencia y la pobreza extrema.
En tanto, las relaciones bilaterales no son las mejores. El gobierno dominicano suspendió los visados de haitianos y los vuelos están paralizados.
En 2023, hubo un fuerte enfrentamiento diplomático después que una comunidad fronteriza haitiana anunció que desviaría un río. Entonces, el gobierno de Abinaider cerró la frontera. Pero los migrantes cruzan igual de manera irregular.
“Hay denuncias de trata de personas. Se conocen historias de extorsión de parte de bandas haitianas y dominicanas. El costo para salir de Haití y entrar de manera irregular a Dominicana ronda los 35.000 pesos, casi 700 dólares”, dijo el activista. Es una fortuna para la paupérrima economía haitiana.
“Hay una gran tensión en la frontera. Ha habido actos de violencia donde han muerto haitianos. También hubo enfrentamientos entre comunidades de ambos lados. La situación es de enorme violencia”, concluyó.