Una avalancha de enormes proporciones arrasó este miércoles parte del pueblo alpino de Blatten, en el cantón de Valais, al sur de Suiza. La catástrofe se produjo tras el colapso del glaciar Birch, una masa de hielo inestable que había sido vigilada de cerca por especialistas durante los últimos días.
Afortunadamente, los 300 habitantes del lugar ya habían sido evacuados la semana pasada ante la advertencia de un posible derrumbe.
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El alud liberó aproximadamente 1,5 millones de metros cúbicos de material —una mezcla de hielo, roca, barro y nieve— que se precipitó con fuerza por la ladera de la montaña, alcanzando el valle de Lötschental, donde se encuentra Blatten.
Las imágenes difundidas en redes sociales y medios suizos muestran una inmensa nube de polvo levantándose tras el impacto, mientras los escombros arrastran árboles y estructuras a su paso.
“Muchas viviendas resultaron completamente destruidas”, confirmó Jonas Jeitziner, portavoz del centro de gestión de crisis de la región, en declaraciones a la agencia Keystone-ATS y a la Associated Press.
Las autoridades locales sobrevolaron la zona en helicópteros poco después del suceso para evaluar la magnitud de los daños. En las imágenes aéreas se observan cabañas tradicionales semienterradas bajo una densa capa de materiales desprendidos.
La evacuación de Blatten se había ordenado el 19 de mayo, cuando las autoridades cantonales detectaron un incremento inusual en la actividad del glaciar. La alerta fue transmitida a la población a través del sistema nacional Alertswiss.
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En principio, se había pedido a los residentes reunirse en una sala multiusos, pero ante el agravamiento del riesgo se optó por un desalojo total. La mayoría abandonó el área por sus propios medios, aunque se organizó asistencia para evacuar a turistas y residentes de áreas más remotas.
El desprendimiento no fue un accidente inesperado, sino la consecuencia de un proceso que los especialistas vienen advirtiendo desde hace años: la creciente inestabilidad de los glaciares alpinos a causa del cambio climático.
En particular, el glaciar Birch —y su vecino, el Nesthorn— mostraban signos de debilitamiento estructural producto del derretimiento acelerado de la nieve y el hielo. Según datos de la Organización Meteorológica Mundial, Suiza perdió cerca del 10% del volumen de sus glaciares en solo dos años (2022-2023), una pérdida equiparable a lo que se había registrado entre 1960 y 1990.
“El retroceso glaciar en los Alpes está alcanzando niveles sin precedentes”, advirtieron recientemente expertos del servicio de monitoreo de glaciares suizos. A finales del invierno, el nivel de nieve en muchos sectores estaba un 13% por debajo del promedio registrado entre 2010 y 2020, una condición que debilita la estructura natural de los glaciares y los hace más propensos a colapsar.
El caso de Blatten no es aislado. En 2023, la pequeña aldea de Brienz, en el este del país, fue evacuada ante el riesgo de un deslizamiento masivo de rocas que finalmente se detuvo a metros del poblado. Sin embargo, los residentes debieron dejar sus hogares nuevamente meses después, tras nuevos movimientos detectados en la montaña.
Por ahora, las autoridades suizas confirmaron que no hubo víctimas, gracias a la evacuación preventiva. Pero los daños materiales en Blatten son significativos, y la reconstrucción llevará tiempo.
