La ciudad de Augusta, en Georgia, Estados Unidos, es reconocida en todo el mundo por Augusta National Golf Club, sede de una de las competencias más exclusivas y prestigiosas de todo el mundo. Mientras la institución desembolsa millones de dólares para expandir sus límites y remodelar el vecindario que la rodea, una pequeña casa de ladrillos rojos se mantiene intacta como un símbolo de resistencia.
Allí vive Elizabeth Thacker, una mujer de 92 años que se niega a ceder su vivienda, la única construcción que permanece en pie en Stanley Drive, a unos pocos metros de una de las entradas principales del club.

Construida en 1956, según los registros públicos, es hogar de la familia Thacker hace más de seis décadas. Además, es el único obstáculo que Augusta National Golf Club no logró remover durante su extenso proceso de transformación territorial, que incluye la compra de más de 100 propiedades que luego de ser adquiridas fueron demolidas para ser transformadas en estacionamientos o zonas recreativas.
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Mientras Elizabeth Thacker rechaza la posibilidad de desprenderse de su casa, ve cómo se aprecia año a año. Sin ir más lejos, de acuerdo a la información de qPublic, que reúne datos de valoración de bienes, la casa costaba 287.000 dólares en 2020, mientras que en 2024 esa cotización ascendió a 338.000 dólares.
La casa de Elizabeth Thacker que desafía el imperio de Augusta National Golf Club
La casa fue construida por Elizabeth y su esposo Herman Thacker, que murió en 2019. Con sus 274 metros cuadrados de edificación, es la única evidencia visible de lo que alguna vez fue un vecindario común de Estados Unidos.
En las últimas dos décadas, el paisaje comenzó a cambiar: Augusta National Golf Club empezó a comprar las casas y demolerlas para ampliar su predio, que aumentó su superficie un 75% desde 1999, según The Wall Street Journal. Para eso, invirtió más de 200 millones de dólares. No obstante, nunca pudo adquirir la vivienda de la familia Thacker.

Ni siquiera los autos pasan por allí, dado que el club ofreció un préstamo de 17 millones de dólares al municipio para que se modificaran las rutas. Cuando llega el momento del Masters de Augusta, cuya ronda final suele celebrarse el segundo domingo de abril, la casa queda rodeada por miles de autos. Al margen de esos días de caos, Elizabeth luego disfruta de tranquilidad plena durante el año.
Durante estos años, los Thacker recibieron ofertas millonarias. Según confirmó Fox Business, algunas alcanzaron cifras de siete dígitos, es decir, por encima del millón de dólares. A pesar de ello, Elizabeth mantiene firme su postura.
Años atrás, accedió a vender una casa en la misma calle, donde había vivido su nieto Scott Brown. Tras una oferta que “ridículamente baja”, aceptaron 1,2 millones de dólares. La vivienda fue demolida en apenas una semana.
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No obstante, la propiedad en 1112 Stanley Dr se mantiene vigente. Es que allí creció el nieto de Elizabeth y Herman Thacket, Scott Brown, que aprendió a jugar al golf en una cancha improvisada de cuatro hoyos en el jardín y ahora se dedica de manera profesional a ese deporte. Ese es tan solo uno de los tantos recuerdos y vínculos emotivos que hacen que Elizabeth se niegue a vender la casa.
Aunque ella tiene 92 años, Augusta National Golf Club no debería ilusionarse con un cambio de dueño. Es que Scott Brown aseguró en diálogo con Golf.com que, en caso de heredarla, tampoco la venderá: “Si me la da, Agusta nunca la tendrá”.