Bombardeos diarios, desplazamientos forzados, infraestructura devastada, muertes, heridas graves, escasez, desnutrición. Unos 2,4 millones de gazatíes sobreviven en un limbo muy parecido al infierno.
La crisis humanitaria de Gaza dejó de ser noticia. El enclave es hoy un gran campamento a cielo abierto donde la población se desplaza de un lado al otro en busca de un refugio que no existe. Con poca comida y agua y con un sistema de salud arrasado, la Franja vive hoy la rutina de lo insoportable.
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“Está todo devastado. Son atrocidades las que se ven. La escasez de comida afecta a todos. A veces comen una vez al día y solo arroz”, dijo a TN el mexicano Homero de León, referente del programa de Médicos sin Fronteras en la Ciudad de Gaza.
Allí el tiempo está detenido. La guerra entre Israel y Hamas dura ya 19 meses desde el brutal ataque del grupo islámico del 7 de octubre de 2023. Un nuevo cese el fuego parece cada vez más lejano. Las decenas de muertes diarias registradas en el enclave ya son solo un número en el incontable registro de víctimas.
Bajo esa devastación humanitaria, también sobreviven decenas de rehenes que siguen en poder de Hamas.
El sistema sanitario está colapsado
De León, de 37 años y originario de Monterrey, en el norte de México, llegó a Gaza hace cinco semanas. Es su segunda misión como parte del programa palestino de la organización médica y humanitaria internacional presente en el enclave con decenas de profesionales de la salud.
El sistema sanitario de Gaza está al límite del colapso desde que comenzó la guerra. Sin insumos, tecnología de punta ni combustible suficiente para mantener la red eléctrica en unidades vitales, los médicos se acostumbraron a atender a sus pacientes en condiciones terribles.

Ahora, la población espera expectante la entrada de la anunciada ayuda humanitaria. Israel anunció este miércoles el ingreso de 100 camiones .
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“En el último cese el fuego eran 100, 200 o 300 camiones diarios. Los camiones deberían traer comida, insumos y el combustible tan necesario en los hospitales para abastecer de energía a las salas de neonatología, quirófanos y cuidados intensivos”, dijo de León.
A pesar de todo, la red hospitalaria sigue funcionando en Gaza. “También tenemos hospitales de campaña y salas de salud primarios en carpas”, contó.
De León dijo que los bombardeos son constantes, sobre todo en el este. Llegan órdenes de evacuaciones constantes a diferentes bloques (en que Israel dividió al enclave). La gente se tiene que desplazar múltiples veces para evitar los bombardeos. Hay drones constantemente vigilando el área", señaló.
De hecho, durante la llamada telefónica con TN desde Gaza, debió interrumpir brevemente la conversación y cerrar la ventana de su oficina para evitar el ruido de un avión israelí no tripulado que volaba sobre la zona.
Sepsis, gastroenteritis y desnutrición
De León centra su trabajo en una maternidad en la Ciudad de Gaza. “La mayoría de las pacientes son embarazadas o bebés menores de 28 días. Pero también atendemos a heridos que llegan tras un bombardeo. En el sur de la Franja nos ha tocado atender también a heridos de bala”, comentó.
Según dijo, el mayor problema que sufren los bebés son los casos de gastroenteritis o de sepsis por infecciones graves a causa de las malas condiciones higiénicas. Las embazadas llegan con escasos nutrientes" por la escasez de comida. La desnutrición es palpable.
Afuera, en la devastación del enclave, los gazatíes viven en su mayoría en carpas. Otros duermen en edificios semidestruidos de lo que queda en pie. “Se juntan en familias”, subrayó.

Falta comida y la que se encuentra se vende a precios altísimos. La mayoría depende de ayuda de distintas ONG. Pero el agua alcanza por ahora. Tanto Médicos sin Fronteras como otras organizaciones mantienen en funcionamiento varios pozos y suministran agua potable suficiente a la población. “Cada familia va con su bidón, lo llena y vuelve al otro día”, comentó.
De León mantiene un contacto estrecho con el personal palestino de Médicos sin Fronteras. “Son personas increíbles, resilientes. A pesar de las órdenes de evacuación a mitad de la noche, están en su lugar de trabajo por la mañana para atender a los pacientes”, dijo..
“Ahora necesitamos de todo, en especial insumos médicos, desde antibióticos a medicamentos contra el dolor, gasa y sueros. Pero lo que más falta es combustible. Para nosotros es esencial para mantener abiertas las unidades críticas”, concluyó.