El Papa León XIV tuvo su primer encuentro formal con todos los cardenales del Sacro Colegio esta mañana, en una audiencia privada celebrada en el Aula del Sínodo del Vaticano. Allí explicó el significado de su nombre pontificio, que no es casual: se trata de una clara alusión a León XIII, el Papa que a fines del siglo XIX impulsó la histórica encíclica Rerum Novarum y abrió el camino de la Iglesia hacia el compromiso con la cuestión social, en plena revolución industrial.
“Hoy enfrentamos una nueva revolución. Los desarrollos de la inteligencia artificial y los cambios profundos en el mundo del trabajo nos interpelan como Iglesia”, dijo el Papa. En ese sentido, León XIV propuso tender un puente entre aquel pasado y los desafíos del presente, reivindicando la doctrina social como patrimonio vivo que puede ofrecer respuestas concretas a los dilemas actuales.
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El Papa definió los ejes de su naciente pontificado con cuatro palabras: verdad, justicia, paz y fraternidad. “Son principios evangélicos que siempre han inspirado la vida de la Iglesia”, señaló, y pidió a sus colaboradores “una adhesión plena” al Concilio Vaticano II, cuyo espíritu considera central para su misión. En ese marco, destacó el legado de su predecesor, Francisco, a quien elogió por haber “actualizado magistralmente” las enseñanzas del Concilio en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
León XIV retomó también algunos de los puntos clave de ese texto que marcó el rumbo del papado de Bergoglio: el primado de Cristo en el anuncio, la conversión misionera de toda la Iglesia, el fortalecimiento de la sinodalidad y la colegialidad, y el papel del sensus fidei, especialmente expresado en la piedad popular. También puso el foco en el acompañamiento a los excluidos y en la necesidad de un diálogo “valiente y confiado” con el mundo contemporáneo.
Se conoció el apodo que le habían puesto al papa León XIV en Perú: “Hasta los obispos lo llamaban así”
El estadounidense nacionalizado peruano Robert Prevost arrancó su pontificado como León XIV, y comienzan a emerger detalles sobre su pasado. Uno de los más llamativos es el apodo que recibió durante su tiempo en Perú: “El Santo del Norte”.
El padre Alexander Lam, un fraile agustino peruano que conoce personalmente al nuevo pontífice, compartió que Prevost era muy querido en Perú por su cercanía con la gente, especialmente con los más necesitados. También que lo apasiona la justicia social y la protección del ambiente.
“Incluso los obispos del Perú lo llamaban el Santo, el Santo del Norte, y tenía tiempo para todos”, comentó Lam. “Era la persona que te encontraba por el camino. Era ese tipo de obispo”, añadió.