En un gesto cargado de simbolismo, los bomberos del Vaticano instalaron la chimenea que anunciará al mundo si los cardenales alcanzaron consenso para elegir al próximo papa. A pocos días del inicio del cónclave, que empezará el miércoles, la maquinaria de la elección papal ya está en marcha.
En el tejado de la Capilla Sixtina, decorada por los frescos de Miguel Ángel, colocaron el tubo por el que saldrá el humo: negro si no hay acuerdo, blanco si el mundo puede celebrar un nuevo “habemus papam”.
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La última vez que salió humo blanco fue el 13 de marzo de 2013, cuando el argentino Jorge Bergoglio fue electo como el primer papa latinoamericano bajo el nombre de Francisco.
El próximo miércoles, 133 cardenales con derecho a voto -todos menores de 80 años- se encerrarán para elegir al sucesor de Francisco, que murió el 21 de abril a los 88 años.

Habrá hasta cuatro votaciones por día, y al final de cada sesión, las boletas se quemarán en una estufa especial. La mezcla de sustancias químicas definirá el color del humo: perclorato de potasio, antraceno y azufre para el negro; clorato de potasio, lactosa y resina de cloroformo para el blanco.
Mientras tanto, en la Plaza de San Pedro, miles de fieles y turistas ya empiezan a mirar hacia lo alto de la Capilla Sixtina. “Se percibe una atmósfera distinta, más espiritual”, comentó un visitante al aire de TN.
La instalación de la chimenea coincidió con la reanudación de las congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave en las que cerca de 200 cardenales discuten los desafíos de la Iglesia y perfilan posibles candidatos. Solo una parte de ellos podrá votar, pero todos aportan su visión sobre el futuro de una institución con dos milenios de historia.
En las discusiones previas abordan temas tan sensibles como los abusos sexuales, la administración financiera del Vaticano y el papel de la Iglesia en un mundo que cambia. A puertas cerradas, sin celulares ni acceso a medios, los cardenales deliberarán en absoluto aislamiento: cualquier filtración podría derivar en la excomunión inmediata.
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“El mundo necesita una persona coherente, algo poco frecuente hoy”, explicó el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez, de 82 años. El cardenal uruguayo Daniel Sturla, quien participará por primera vez en un cónclave, reconoció que “van decantando algunos nombres posibles” a medida que avanzan los debates.
Francisco dejó una huella profunda en la Iglesia, tanto por sus gestos como por las reformas que impulsó. Más del 80% de los cardenales electores fueron nombrados por él y provienen de regiones tradicionalmente postergadas. Ahora, la tarea de sus sucesores será continuar, rectificar o reinterpretar su legado.