El papa Francisco fue enterrado este sábado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma, tras un multitudinario adiós al pontífice del “fin del mundo” que puso a los desfavorecidos en el corazón de la Iglesia católica.
Su entierro, el primero de un papa fuera de los muros del Vaticano desde León XIII en 1903, puso fin a 12 años de un pontificado marcado por la defensa de los migrantes, el medio ambiente y la justicia social.
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Para su último viaje, su féretro recorrió las calles de la Ciudad Eterna a bordo del papamóvil, pasando frente a lugares emblemáticos como el Coliseo y los Foros Imperiales, en un soleado día de primavera.

En las escalinatas de la basílica Santa MAría la Mayor, lo esperaba un grupo de 40 migrantes, transexuales, indigentes y presos, en un último y simbólico gesto.

La inhumación tuvo lugar a las 13:30 durante una ceremonia íntima presidida por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, en presencia de familiares del primer papa latinoamericano, precisó el Vaticano.
Su tumba es fiel a la imagen de sencillez y austeridad que predicó con el ejemplo desde el primer día de su papado: de mármol procedente de la zona del norte de Italia de donde era originaria su familia y con “Franciscus” como única inscripción. El público podrá visitarla a partir del domingo.
La razón por la que el papa decidió ser enterrado en Santa María la Mayor
Francisco siempre tuvo un cariño especial por Santa María la Mayor. La basílica alberga la imagen bizantina de la Virgen, la Salus Populi Romani, a la que el Papa argentino era devoto. Visitaba el templo antes y después de cada viaje al extranjero. Sin embargo, Makrickas contó que recién en 2022 el papa decidió ser enterrado allí tras una revelación de la Virgen.
“El creía que los papas debían ser enterrados en la basílica de San Pedro. Sin embargo, una semana después me llamó a la Casa Santa Marta y me dijo: “María me ha dicho ‘prepara tu tumba’”, contó el purpurado.
El papa de los pobres y los marginados
El líder de 1.400 millones de católicos en el mundo murió el 21 de abril a los 88 años por un derrame cerebral, casi un mes después de salir de una larga hospitalización por una neumonía bilateral.
Ante decenas también dignatarios mundiales como Donald Trump, el cardenal decano Giovanni Battista Re destacó sus “innumerables” esfuerzos en defensa de migrantes y refugiados, del Mediterráneo a México.
“Fue un papa en medio de la gente, con el corazón abierto hacia todos”, un pontifice que prestó “especial atención” a “los últimos de la tierra, los marginados”, subrayó el purpurado durante la homilía.
El 266º pontífice trajo un estilo austero, que lo llevó a elegir un sobrio departamento en lugar del lujoso Palacio Apostólico, e invitar a su mesa a personas sin hogar y presos.
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“Era un pastor sencillo y muy querido en su archidiócesis, que viajaba por todas partes, incluso en subte y colectivo(...) porque se sentía uno más del pueblo”, reza el Rogito, un obituario oficial que repasa su vida.

Este se depositó el viernes por la noche dentro de su ataúd de madera, recubierto con una placa de zinc y otra de madera marcada con una cruz. Sus zapatos negros y su inseparable rosario también lo acompañarán para la eternidad.