Seis ciudadanos búlgaros afrontan largas penas de cárcel tras haber admitido o haber sido declarados culpables de pertenecer a una red que espiaba para Rusia en el Reino Unido.
Katrin Ivanova, de 33 años; Vanya Gaberova, de 30, y Tihomir Ivanchev, de 39, fueron hallados culpables este viernes por un jurado en el tribunal penal londinense de Old Bailey, que los sentenciará entre el 7 y el 12 de mayo. Previamente, admitieron su responsabilidad otros tres colegas -Orlin Roussev, de 47 años; Biser Dzhambazov, de 43; y Ivan Stoyanov, de 34-, que también serán sentenciados.
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Los seis fueron detenidos el año pasado en Londres y acusados de recopilar información útil para un enemigo entre agosto de 2020 y febrero de 2023, así como, en algunos casos, de poseer documentación falsa.
Según se supo durante el juicio, que empezó en octubre, participaron en una serie de operaciones de vigilancia y obtención de información destinada al servicio de inteligencia militar ruso GRU.

Una red dirigida desde Moscú por un prófugo austríaco
Su mando directo era el agente Jan Marsalek, de 44 años, un empresario austríaco buscado por Interpol que huyó a Moscú en 2020 tras cometer un fraude de 1900 millones de euros. Marsalek actuaba como intermediario entre la inteligencia rusa y el cabecilla Orlin Roussev, que recibió más de 200.000 euros para financiar las actividades ilícitas.
En un allanamiento en el centro de operaciones de Roussev, situado en una casa en la localidad costera inglesa de Great Yarmouth, se encontró el software de espionaje, con dispositivos audiovisuales escondidos en objetos cotidianos como una piedra, corbatas de hombre o un peluche de los Minions -como al parecer se apodaba la banda-.

También encontraron equipamiento para fabricar documentos con identidades falsas, y en el apartamento de Ivanova y Dzhambazov en Londres hallaron pasaportes ilegales.
Entre las misiones de la banda figura la vigilancia de Christo Grozev, un periodista de investigación que ayudó a implicar a espías rusos en el envenenamiento del líder opositor Alexei Navalny. Tanto Ivanova, como Gaberova e Ivanchev participaron de la operación. “Aparentemente Putin lo odia”, dijo Marsalek en un mensaje.
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El jefe de espías también ordenó a miembros de la banda robar números de teléfonos móviles de tropas ucranianas que se cree estaban entrenando en un cuartel estadounidense en Stuttgart, Alemania, utilizando un dispositivo de espionaje de grado militar.

El jefe de la división antiterrorista de la Policía de Londres, Dominic Murphy, dijo que “la evidencia principal se obtuvo del teléfono de Roussev”. Encontraron en el dispositivo 78.747 mensajes de Telegram entre Roussev y Marsalek que describían seis complots principales y otros más pequeños.
Murphy dijo que cometieron “un espionaje a escala industrial en nombre de Rusia”. “Es uno de los ejemplos más grandes y complejos de un grupo que trabaja para un Estado extranjero con el objetivo de llevar a cabo operaciones de vigilancia e inteligencia en el Reino Unido”, afirmó.
El fiscal Frank Ferguson apuntó que “había importantes recompensas económicas para los implicados en la red de espionaje”.
Según las autoridades británicas, el caso revela que el Kremlin persigue sus objetivos de espionaje y sabotaje, aunque en gran medida mediante delincuentes u otros agentes mal entrenados dirigidos a distancia. “Esta no es la única actividad que Rusia está llevando a cabo en el Reino Unido”, dijo Murphy
Un triángulo amoroso en medio de la trama de espionaje
Según informó el diario The Guardian, Dzhambazov estaba en pareja con Ivanova, aunque mantuvo una relación paralela con Gaberova durante un año y medio antes de su detención. Ivanchev, en tanto, era el exnovio de Gaberova.

Cuando la policía allanó el departamento de Gaberova, encontraron a Dzhambazov en la cama con ella. Ivanova no sabía nada de la relación hasta su detención y durante el juicio acusó a Dzhambazov de mantener una “relación paralela” con Gaberova a sus espaldas. Dzhambazov también les había dicho a las dos mujeres que tenía cáncer cerebral, lo cual era falso.
Ivanova intentó argumentar que había sido manipulada por Dzhambazov y que no sabía que estaba espiando para Rusia, mientras que Gaberova e Ivanchev dijeron que pensaban que estaban trabajando para Interpol, después de que Dzhambazov les mostrara una tarjeta de identificación falsa.
Los acusados afrontan penas de hasta 14 años de cárcel por sus actividades en el Reino Unido, que les llevaron también a Austria, España, Alemania y Montenegro.