En su libro “El arte de la negociación”, publicado en 1987, Donald Trump esbozó las bases para llegar a un buen acuerdo. La estrategia es brutal: pedir lo imposible para después, con un punto de partida inaceptable y hasta ofensivo, comenzar a buscar el mejor trato. La idea es que la contraparte se sienta satisfecha por no haber cedido ante una primera oferta descabellada, pero renunciando a mucho más de lo que hubiera entregado en un principio.
En su segunda presidencia, el magnate republicano está trasladando a la diplomacia sus armas empresariales que lo convirtieron en un verdadero referente del mundo de los negocios. La compra de Groenlandia, la presión sobre el Canal de Panamá, los amenazantes aranceles a sus vecinos y ahora, su cuestionadísimo plan para Gaza, esconden un objetivo concreto: conseguir mucho más de lo que a simple vista se puede lograr.
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El plan es dar un fuerte golpe sobre la mesa, asustar a sus interlocutores con su enorme poderío económico y militar y sentarse a esperar. “Trump tiene la estrategia de maximizar las demandas y desde ahí desescalar. Pide 100 para que le den 10″, dijo a TN el analista Jairo Lugo Ocando, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sharjah en los Emiratos Árabes Unidos y especialista en temas de Medio Oriente.
Entonces, ¿cuál es el objetivo que esconde Trump para su controvertido y virtualmente impracticable plan de relocalizar a 2,1 millones de palestinos para convertir a Gaza en la nueva Riviera del Medio Oriente?
Donald Trump quiere barajar y dar de nuevo
Trump acaba de patear el tablero de Medio Oriente. Sabe que sus últimas decisiones y amenazas hacia socios y enemigos pusieron al mundo en alerta general y mucho más a una región convulsionada y en permanente conflicto. El presidente estadounidense quiere aprovechar ese nerviosismo global para obligar a ciertas piezas claves de la región a ceder y llegar a acuerdos que vayan más allá de una frágil tregua como la actual.
En ese escenario, hay cuatro actores esenciales.
- Hamas en particular, pero los palestinos en general, están en una posición de debilidad absoluta. “Básicamente, es una estrategia para doblegar a los palestinos para que acepten cualquier cosa. El punto de partida es extremo. Desde ahí va a intentar una negociación”, dijo Lugo Ocando. Pero creer que el movimiento armado palestino está derrotado, o que cedería fácilmente a la presión de Trump, es un error. Aún controla la Franja de Gaza, más allá de las enormes pérdidas infligidas por Israel. Además, tiene un enorme poder de resiliencia. El plan de Trump podría conseguir el resultado contrario: “Es difícil predecir el efecto que la propuesta tendrá en las negociaciones sobre los rehenes. Podría convencer a Hamás de que retener a los rehenes hombres es la única manera de impedirle a Trump seguir adelante con su programa en Gaza. Y le da al grupo terrorista la oportunidad de presentarse ante los palestinos y el mundo árabe como la única fuerza que lucha por mantener a los habitantes de Gaza en sus hogares contra los designios de Estados Unidos e Israel”, advirtió el analista Lázaro Berman en The Israel Times.
- Arabia Saudita. Trump quiere presionar al máximo al reino, un aliado fundamental en la región, para que formalice un tratado con Israel. El príncipe Mohammed bin Salman está desesperado por lavar la imagen de su país, bajo el escrutinio constante de organismos internacionales por abusos y graves violaciones a los derechos humanos. Sus millonarias inversiones deportivas, con una Copa del Mundo 2034 incluida, no fueron hasta hoy suficientes para convertir al país en un polo de desarrollo económico y de influencia política regional, como su vecino y enemigo histórico Qatar. Por eso, Trump quiere obligar a Riad a reconocer al estado de Israel, como ya han hecho otros países árabes como los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán en los últimos años. Un acuerdo de este tipo estaba a punto de concretarse cuando Hamas atacó el sur de Israel el 7 de octubre de 2023. Bin Salman no está dispuesto a aceptar el control estadounidense de Gaza y reivindica la creación de un Estado palestino como paso imprescindible para formalizar un pacto con Israel. Habrá que ver hasta dónde cederá ahora Riad en su afán de convertirse en una potencia clave regional con el aval y el apoyo militar de la Casa Blanca.
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- Irán. El gobierno teocrático de los ayatolás es uno de los grandes derrotados de este conflicto. No solo sus dos principales grupos proxy, Hamas en Gaza y Hezbollah en el Líbano, sufrieron enormes derrotas. Teherán perdió además su control sobre Siria tras la caída de Bashar al Assad. Trump se muestra ambiguo con Irán. Por un lado, amenaza con “aniquilar” al país, pero por otro, muestra señales de querer negociar un nuevo acuerdo que aleje cualquier posibilidad de que se dote de armas nucleares. El presidente, Masud Pezeshkian, aseguró que no busca ese objetivo, algo que descreen tanto Washington, como Israel y la Unión Europea. Gaza puede ser una moneda de cambio en el tablero geopolítico que obligue a Teherán a sentarse a negociar un nuevo acuerdo nuclear que el mismo Trump rompió en su primera presidencia. “Es una campaña de presión para ver si podemos lograr algo”, afirmó el presidente estadounidense.
- Países árabes. El plan de Trump podría además ser una presión extra a las naciones del área para que cedan en sus pretensiones para alcanzar un acuerdo sobre el futuro de Palestina. También podría interpretarse como un intento de presionar a los estados árabes para que financien la reconstrucción de Gaza. El asesor de seguridad nacional de Trump, Mike Waltz, dijo que la amenaza de relocalización de la población palestina “hará que toda la región encuentre sus propias soluciones”. Para el analista árabe Sami Hamdi, editor del sitio regional International Interest, “es muy posible que Trump presione para lograr un compromiso por el cual las potencias regionales que simpatizan con Israel formen una fuerza regional de ‘mantenimiento de la paz’ para contener a Gaza”. Allí estarían Jordania y Egipto, los dos países que se niegan a recibir más refugiados palestinos en sus territorios. “Lo que se necesita es un cambio importante. El objetivo de Trump al lanzar sus ideas puede ser lograr que los países acepten ser partes interesadas en la paz en Gaza, en lugar de simplemente reconstruirla de nuevo y dejar que Hamás la controle y la destruya nuevamente”, resumió el analista Seth Frantzman en The Jerusalen Post.