Una adolescente de 17 años murió el lunes tras ser atacada por un tiburón en la isla de Bribie, en la costa este de Australia. La tragedia ocurrió en la playa de Woorim, un destino muy elegido por surfistas y turistas.
Según informaron las autoridades, los servicios de emergencia recibieron el aviso del ataque cerca de las 1645 (hora local). Al llegar, encontraron a la chica con heridas graves por mordidas en el cuerpo y trataron de asistirla, pero murió minutos después. “La joven sufrió lesiones que pusieron en peligro su vida y falleció poco después”, confirmó la Policía.
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Este ataque se suma a una preocupante serie de casos similares en Australia, que en los últimos años enfrenta un alarmante aumento en este tipo de episodios. Expertos en fauna marina advirtieron que ciertas zonas del país, como la costa sur, son “patios de recreo” para tiburones blancos debido a las condiciones del agua, que resultan ideales para la presencia de estos depredadores.
Según informó el portal The Sun, el surfista australiano Lance Appleby, de 28 años, murió el mes pasado tras ser atacado por un tiburón en la playa The Granites, en Australia Meridional. Testigos aseguraron haber visto al animal acercarse antes de que el joven desapareciera en el agua. Días después, la policía encontró su tabla de surf destrozada.
En diciembre del año pasado, otro ataque fatal conmocionó a la comunidad. Un pescador aficionado, identificado como Luke Walford, perdió la vida tras ser mutilado por un tiburón en la Gran Barrera de Coral mientras practicaba pesca submarina con su familia.
La Policía continúa investigando el caso y analizan medidas de prevención para evitar futuras tragedias en las playas más frecuentadas por turistas y surfistas.
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Científicos marinos destacan que el calentamiento global y la alteración de ecosistemas podrían estar influyendo en la frecuencia de estos incidentes. Además, el turismo y las actividades acuáticas cada vez son más frecuentes en zonas de riesgo, aumentando la posibilidad de encuentros peligrosos con estos animales.
El gobierno ya implementó diversas estrategias preventivas, como redes de protección y el monitoreo con drones, pero la efectividad de estas medidas sigue siendo discutida. Los expertos sugieren que es fundamental mejorar la educación sobre seguridad en el mar y fomentar prácticas responsables para reducir la probabilidad de ataques.