El escándalo desatado por la negativa de dos diplomáticos rusos a someterse a un control de alcoholemia en el barrio porteño de Recoleta amenaza con crear una crisis con Rusia y puso en entredicho lo que establece en estos casos la Convención de Viena.
Los dos diplomáticos virtualmente se atrincheraron en sus vehículos hasta que fueron escoltados a su embajada. Allí, según dijeron los controladores de tránsito tras requerir la ayuda de la policía, se les libraría un acta.
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Sin embargo, un funcionario ruso acudió al lugar del control y denunció una violación del tratado que regula las relaciones internacionales y la inmunidad del personal diplomático.
“Consideramos lo ocurrido como una grave violación del derecho internacional, sobre todo sobre sus disposiciones sobre inmunidades diplomáticas”, dijo un funcionario que se identificó como el primer secretario de la embajada rusa en Buenos Aires, Alexander Stebunian. Según afirmó, la convención establece que “ningún vehículo diplomático puede ser objeto de ningún registro o embargo”.
Qué es y qué establece la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas
La Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas fue adoptada el 18 de abril de 1961 en Viena, capital de Austria. Entró en vigencia tres años después tras ser complementada por un tratado sobre relaciones consulares.
El acuerdo rige para todos los países miembro de Naciones Unidas, así para los observadores permanentes del Vaticano o la Autoridad Nacional Palestina. Para aquellos Estados que no se adhirieron al documento (como Palaos y Sudán del Sur, por ejemplo), sus disposiciones se aplican como Derecho Internacional consuetudinario, es decir, normas que se derivan de una práctica aceptada como derecho.
El funcionario ruso que denunció una violación del derecho internacional basó su postura en uno de los artículos de la convención.
En concreto, el artículo 22, inciso 3, establece que “los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución”.
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Sin embargo, el artículo 41 sostiene que las personas que gocen de privilegios e inmunidades deben “respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor; no inmiscuirse en los asuntos internos del Estado receptor; tratar los asuntos oficiales de la misión con el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado receptor y no utilizar los locales de la misión de manera incompatible con sus funciones”.
Aquí se abre un camino sinuoso para la interpretación del hecho. Al negarse al control de alcoholemia, los diplomáticos no estarían respetando las leyes y reglamentos del país, pero la policía no podía de ningún modo registrar o requisar el vehículo. Por eso, los funcionarios rusos no se bajaron del vehículo ni bajaron las ventanillas del auto, que no podía ser registrado ni requisado por la policía.
El “traslado seguro” hasta la embajada rusa de ambos automóviles puso fin a una mañana polémica, pero la mini-crisis desatada amenaza con crear un contrapunto diplomático entre dos gobiernos hoy enfrentados en veredas ideológicas opuestas.