En medio de la tensión bilateral que escaló en las últimas horas por el secuestro del integrante de Gendarmería Nacional, hay seis venezolanos que están refugiados desde marzo en la Embajada de Argentina en Caracas, custodiada por Brasil y bajo “asedio” chavista desde el 23 de noviembre.
Pedro Urruchurtu, Magalli Meda y Omar González fueron los tres asilados que hablaron con los medios internacionales sobre la situación en la Embajada argentina.“Las condiciones son cada vez más complejas para todos nosotros”, indicó Meda y agregó: “Estamos en una situación de alto riesgo”.
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Este sábado, los asilados en la sede diplomática hablaron por primera vez en una conferencia de prensa donde remarcaron que “desde el primer momento que ingresamos acá tuvimos el respaldo del gobierno de la Argentina”.
En este contexto, la líder opositora, María Corina, Machado, volvió a remarcar que Pedro Urruchurtu, Magalli Meda, Omar González, Claudia Macero, Humberto Villalobos y el exministro Fernando Martínez Mottola “permanecen aislados, sin agua, sin luz y rodeados por fuerzas del régimen que intensifican el acoso”.
“Estamos lidiando con un acoso psicológico terrible, no podemos salir a la calle siquiera a buscar agua”, enfatizó Meda. “Nunca asomamos la nariz de la sede diplomático y esto se agrava cada vez más con el paso de los meses. No sabemos si vamos a poder volver a comunicarnos”, sostuvo Omar González.
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Respecto de la presencia del francotirador, los asilados sostuvieron “que siempre en la zona hay hombres armados, pero la situación escaló con personas que son francotiradores encapuchados, con señaladores láser y ocultos en medio de la vegetación. Nos preguntamos si quieren que ocurra un tragedia”. Además, explicaron que las casas aledañas funcionan como “centros de espionaje”.
Respecto del gendarme argentino secuestrado, identificado como Nahuel Agustín Gallo, sostuvieron que están al tanto y “resulta totalmente preocupante, sobre todo porque se suma a la detención del empleado de la Embajada argentina”.
En medio de la angustia, los asilados quieren estar en contacto con sus familiares y buscan actividades para entretenerse y sortear los efectos físicos y mentales del aislamiento.
