El ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Guideon Saar, confirmó que Jerusalén atacó puntos claves en Siria, donde podrían encontrarse armas químicas y cohetes de largo alcance. La medida fue tomada con el fin de evitar que estos armamentos atenten contra la seguridad en las fronteras del país árabe, en especial, con la compartida con Israel.
“El único interés que tenemos es la seguridad de Israel y sus ciudadanos” dijo Saar esta mañana en conferencia de prensa. “Atacamos sistemas de armas estratégicas, como, por ejemplo, las armas químicas que quedan, o los misiles y cohetes de largo alcance, para que no caigan en manos de extremistas”, agregó el ministro, quien prefirió no dar detalles sobre dónde o cuándo fueron los ataques.
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Un periodista de la agencia Associated Press informó que en el mismo momento que los rebeldes islamistas llegaron Damasco para derrocar el gobierno de Bashar al Assad tras 14 años de guerra civil, aviones de combate bombardearon al menos 7 objetivos dentro de la base aérea de Khalkhala, al suroeste del país.
Desde Jerusalén celebran la caída del expresidente al Assad, dado que fue un importante aliado del gobierno de Irán y del grupo militar libanés Hezbollah. Sin embargo, Israel está preocupado por el futuro político en Siria.
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La caída de Al Assad y el rol de Moscú
El portavoz del Kremlin, Dmtry Peskov, informó que Rusia dio asilo político a al Assad y a su familia, pero evitó dar detalles sobre su paradero. Peskov dijo que el presidente ruso, Vladímir Putin, por ahora no tiene planeado reunirse con al Assad.
Siria acordó entregar su arsenal de armas químicas en 2013, después de que al Assad fuera acusado de lanzar un ataque cerca de Damasco que mató a cientos de personas. Sin embargo, se cree que conservó algunas de esas armas y fue acusado de usarlas nuevamente en años posteriores.
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Las armas químicas están hechas a partir de sustancias tóxicas como el cloro, el sarín o el gas mostaza y están diseñadas para atacar al sistema nervioso a través de las vías respiratorias. Suelen ser lanzadas en forma de bombas, misiles o aerosoles y su uso se considera como un crimen de guerra por tratarse de un instrumento de destrucción indiscriminada y por el sufrimiento que provocan sobre las víctimas. Su fabricación quedó prohibida tras la Convención sobre Armas Químicas de 1993.
