La inesperada crisis desatada en Corea del Sur, con la declaración y posterior marcha atrás de la ley marcial, el cierre del Parlamento y la suspensión de la actividad política, abrió un fuerte interrogante sobre el futuro de un aliado clave de los Estados Unidos en el sudeste asiático.
El terremoto político que sacudió a Seúl tomó por sorpresa a Washington, cada vez más preocupado por el acercamiento entre Rusia y Corea del Norte, que incluyó un acuerdo militar de ayuda mutua y el envío de tropas norcoreanas para luchar en la guerra en Ucrania.
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”Estados Unidos no fue notificado con antelación de este anuncio. Estamos seriamente preocupados por los hechos que estamos viendo sobre el terreno”, señaló el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca en un comunicado. Poco después, el presidente Yoon Suk Yeol dejó sin efecto el estado de excepción, jaqueado por protestas y el reto de Joe Biden.
En juego no solo está la democracia surcoreana, sino el conflicto que mantiene en vilo a la península coreana y sus vecinos y que tiene cada vez más involucrado a Moscú. La crisis tiene un fuerte impacto en Washington, a un mes y medio de la asunción de Donald Trump, que en su primer gobierno llegó a acercarse mucho a Pyongyang. A la Casa Blanca no le sirve un gobierno débil en Seúl, pero no quiere pagar el precio de respaldar un régimen autoritario como sí hizo en el pasado.
Las claves de una crisis que puso en serios problemas a Seúl
La decisión del presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, chocó con el agravamiento de este vestigio de la guerra fría que mantiene con sus vecinos del norte bajo el mando de su archienemigo Kim Jong-un.
El mandatario surcoreano, presionado por una enorme impopularidad y tras sufrir una dura derrota en el Parlamento, argumentó su accionar en un presunto plan de la oposición, a la que asoció con “las fuerzas comunistas de Corea del Norte”, para paralizar el país.
“Para salvaguardar a una Corea del Sur liberal de las amenazas que plantean las fuerzas comunistas de Corea del Norte y para eliminar a los elementos antiestatales (...) declaro por la presente la ley marcial de emergencia”, dijo Yoon en un discurso televisado en directo a la Nación.
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Fuerzas militares tomaron entonces el Parlamento, entre fuertes protestas de la población. Pero se retiraron después que la Asamblea Nacional aprobó una resolución durante una sesión plenaria de emergencia que pidió al presidente revocar la ley marcial. La Casa Blanca pidió respetar esta decisión legislativa. El presidente no tuvo más remedio que dar marcha atrás.
No es la primera vez que se declara la ley marcial en Corea del Sur
Esta no es la primera vez que Corea del Sur decreta la ley marcial. En los últimos 50 años, el país sufrió dos períodos de estado de excepción con suspensión de derechos y el control de regímenes autoritarios: en 1972, bajo el gobierno de Park Chung-hee; y en 1980, con el presidente Chun Doo-hwan que incluyó la matanza de 600 civiles en la ciudad de Gwangju. En 2018 hubo un frustrado y breve impulso del general Lee Suk-koo de imponer el estado de excepción en el país para aplacar protestas populares, pero el plan fracasó.
Hoy la crisis se recuesta en tres factores que ponen en serio riesgo la continuidad del presidente.
- Un gobierno debilitado y con escaso apoyo. El presidente Yoon Suk Yeol presenta muy bajos niveles de popularidad. Además, su Partido del Poder Popular mantiene una fuerte pugna en el Parlamento con el Partido Democrático (PD), que controla la Asamblea Nacional. A juicio del mandatario, los dirigentes de la oposición tienen fuertes simpatías con Corea del Norte.
- El presupuesto 2025. El gobierno sostiene que el proyecto, aprobado por una vía rápida bajo el impulso de la oposición, paraliza a la administración surcoreana. En concreto, el presidente acusa a los legisladores de la oposición de recortar “todos los presupuestos clave para las funciones fundamentales del país, como la lucha contra los delitos relacionados con las drogas y el mantenimiento de la seguridad pública”.
- La crisis con Corea del Norte. La península coreana está en continua ebullición por las persistentes amenazas nucleares del Kim Jong-un. De hecho, ambos países continúan en guerra, ya que el conflicto armado (1950/53) solo tuvo un precario cese del fuego con una demarcación fronteriza militarizada en el paralelo 50. El presidente surcoreano fundamentó en parte sus medidas de excepción en las “amenazas” de Corea del Norte. La crisis surcoreana puso en alerta a los Estados Unidos. El fuerte acercamiento entre Moscú y Pyongyang tiene gran impacto en la guerra en Ucrania con el envío de tropas norcoreanas y el eventual envío de armamento norcoreano a Rusia. Un gobierno débil en Seúl podría abrir las puertas a una gravísima crisis en la península coreana.