La agenda ambiental tiene un movido fin de año este 2024. Días después del cierre de la COP29 de cambio climático en Azerbaiyán y a pocas semanas de la COP16 de biodiversidad en Colombia que terminó en octubre, habrá una nueva oportunidad para que las naciones terminen de delinear el tratado global de plásticos en Corea del Sur, en lo que será la quinta y última ronda de negociaciones para concluir en un documento final que busque poner un freno uno de los focos de contaminación más relevantes a nivel mundial.
El tratado global busca generar herramientas jurídicas vinculantes que impulsen nuevas leyes en los países que adhieran, pero las negociaciones por el documento final son poco ambiciosas, según afirmaron diversas organizaciones latinoamericanas.
Las cifras que da la ONU explican la importancia del tema: la producción y uso de plásticos representa el 19% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), dos tercios de los plásticos producidos son efímeros y se convierten rápidamente en residuos (el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indica que se producen unas 430 millones de toneladas de plásticos al año). Y añaden que si se mantiene la tendencia actual, la producción se triplicará hacia 2060 junto a sus consecuencias derivadas.
Falta de ambición
El documento fue criticado por su “falta de ambición” por las principales organizaciones ambientalistas que vienen siguiendo las discusiones desde sus comienzos.
“Valoramos el intento para destrabar las negociaciones para el tratado global, pero le falta ambición, contiene muchas ambigüedades y acción voluntarias, y busca la convergencia para complacer a los países de baja ambición”, indicaron en un comunicado conjunto 14 organizaciones de América Latina.
La única organización argentina firmante del comunicado es el Taller Ecologista, con base en Rosario. Al respecto, Cecilia Bianco, miembro de la organización y que estuvo presencialmente en todas las instancias de negociación, expresó en diálogo con TN que esta etapa encuentra a las organizaciones “con mayor información que sustenta cada uno de nuestros pedidos, que consideramos son esenciales se incorporen al texto, como la reducción de la producción con metas globales, que el tema salud atraviese todo el texto y abarque todo el ciclo de vida”.
Bianco, que ya se encuentra en Corea del Sur para ser parte de las rondas de negociaciones, aseguró que el texto tendrá cambios, pero que los delegados de los países “quieren concluir el acuerdo” en Busán. A su vez, manifestó que una de las posibilidades es que se extienda la discusión a otra ronda.
Plásticos en la COP29
La reciente cumbre de cambio climático de la ONU celebrada en Azerbaiyán trató, en uno de sus tramos, el tema de los plásticos.
La iniciativa más saliente la presentó la Global Solidarity Levies Takes Force, que lideran Barbados, Francia y Kenia: cobrar un impuesto de entre 60 y 90 dólares por cada tonelada de plástico que se produce a nivel mundial. Con esto, podría conseguirse financiamiento de entre 25 mil y 35 mil millones de dólares anuales.
Consultada al respecto, Bianco consideró: “La aplicación de gravámenes también se ha considerado en las negociaciones. Lo importante es conocer cuál será el uso que se le darán a estos fondos, porque si tienen como destino promover la reducción de la producción, tienen sentido. Pero si su objetivo es promover el reciclaje, no hace aportes a eliminar la fuente de la contaminación por plástico”.
Sin metas vinculantes
Los principales cuestionamientos al documento por parte de las organizaciones son su falta de “obligaciones reales o metas vinculantes”. El principal objetivo, plantean, es lograr metas tanto globales como vinculantes, pero con “obligaciones diferenciadas de acuerdo a las circunstancias de cada país”.
El texto que se discutirá apenas tienen recomendaciones que son de cumplimiento voluntario. A raíz de eso surge la necesidad de un documento ambicioso.
Si bien es una actividad que contribuye a no aumentar el enterramiento o la incineración de residuos, Bianco destacó que “un tratado no ambicioso es el que está enfocado en el reciclaje y la gestión de residuos, en el que se incorporen falsas soluciones como la incineración, el reciclaje químico o la coincineración en cementeras”.
“Así no se estaría eliminando la fuente de contaminación de plásticos y no se cumpliría con el mandato de la resolución del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Esto tiene, como consecuencia, que se seguirá afectando la salud y el ambiente”, agregó.
Es por eso que la especialista resaltó que el tratado global de plásticos “debe tener provisiones que establezcan la reducción de la producción (de plásticos) con metas globales vinculantes, ya que solo se ha podido reciclar el 9% de lo producido hasta ahora”.
El rol de Estados Unidos
Estados Unidos, uno de los máximos contaminantes a nivel mundial, genera preocupación en este sentido. El Consejo Americano de Química ya se encargó de anticipar que trabajará junto a la nueva administración para incrementar la producción a nivel local.
Pero no todo es lineal. Uno de los principales candidatos a ser ministro de Salud de Trump es Robert Kennedy Jr., abogado que litigó a favor de privados que denunciaron a empresas contaminadoras a lo largo de varias décadas.
En septiembre del año pasado, cuando todavía soñaba con la posibilidad de llegar a la Casa Blanca (primero a través del Partido Demócrata, luego como independiente), posteó en su cuenta de X un hilo que planteaba diez puntos prioritarios para resolver la crisis de la contaminación por plásticos.
Entre ellos, resaltó la necesidad de conformar un sistema de Responsabilidad Extendida al Productor (REP, para que las empresas que usen envases que luego contaminan los territorios se hagan cargo de los desechos de los mismos), uno de los puntos más aclamados en el tratado global que, hasta el momento, no aparece en la medida que las organizaciones buscan.
Con la idea del país norteamericano de pegar un volantazo en materia ambiental, quedará por ver si Kennedy Jr. puede llevar a cabo alguna de sus metas en este sentido.
Por su parte, en el documento, dentro del capítulo sobre manejo de los residuos plásticos, se “anima” a que las partes tomen “medidas adicionales”. Sobre la REP, sugieren que se debe trabajar sobre “la responsabilidad de productores e importadores” y que esto puede lograrse “mediante la adopción y aplicación de enfoques como los sistemas de responsabilidad extendida del productor”.
Pero Bianco resaltó la necesidad de ir más allá y llegar a cambiar el diseño del circuito de descarte de envases: “Se tienen que eliminar los plásticos de un solo uso no esenciales. También es necesario que las sustancias químicas tóxicas, que actualmente se utilizan en los plásticos, sean prohibidas y se establezca un mecanismo para informar sobre el contenido de los aditivos que los productos plásticos pudieran tener”.
El éxito de las medidas a adoptar depende, en gran medida, de lo que comienza a discutirse esta semana en Corea del Sur. Por lo pronto, las organizaciones plantearon que perder esta oportunidad se traducirá en “décadas de crecimiento de la contaminación por plásticos, aseguradas para las próximas generaciones que la sufrirán con mayor intensidad”.