Los países insulares, amenazados con ser barridos por los devastadores impactos del calentamiento global, apuntaron este lunes a los países ricos por su responsabilidad en la crisis climática y exigieron su apoyo para sobrevivir.
“La crisis climática nos destruirá a todos”, pero “el mundo está tomándose su tiempo mientras nosotros sufrimos. Es injusto”, denunció el presidente de las Seychelles, Wavel Ramkalawan, en la apertura de una conferencia que reúne a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) en la isla caribeña de Antigua, informó AFP.
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El anfitrión de la cumbre, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, dijo que las naciones insulares “están en la primera línea de una batalla contra una confluencia de crisis que no provocaron ni crearon ellos”.
La cumbre se extenderá hasta el jueves.
Los estados insulares presentan una vulnerabilidad excepcional al cambio climático
Según advierten expertos, el planeta se acerca a un calentamiento de +1,5°C por encima de la era preindustrial, el límite más ambicioso del Acuerdo de París de 2015.
“Los principales culpables del cambio climático han fracasado en sus obligaciones de limitar sus efectos, perjudicando gravemente a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo y a nuestro planeta en general”, insistió Browne.
En el Caribe, en el océano Pacífico o en el Índico, los Estados insulares, que cuentan en total con 65 millones de habitantes, enfrentan desde hace tiempo desafíos específicos que los vuelven particularmente sensibles a los choques externos: una población esparcida, aislamiento geográfico y economías poco diversificadas y dependientes de las importaciones.
A estas dificultades se suma una vulnerabilidad excepcional ante los crecientes impactos del calentamiento climático, del cual no son responsables: sequías, inundaciones, huracanes y aumento del nivel del mar, que amenaza literalmente con borrar del mapa a algunos de ellos.
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“No podemos aceptar la desaparición de un país o de una cultura bajo el avance de las olas”, dijo en la apertura de la conferencia el secretario general de la ONU, António Guterres. Según afirmó, estas pequeñas islas no pueden luchar “solas” contra estos desafíos.
“La idea de que todo un Estado insular pueda tornarse un daño colateral de las ganancias de la industria de los combustibles fósiles o de la competencia entre las mayores economías es simplemente obscena”, añadió.
Qué piden los estados insulares
La primera reivindicación de los países insulares es una aceleración del accionar mundial en materia climática para frenar el calentamiento, del cual son las primeras víctimas, y un aumento del financiamiento en ese sector.
“El costo seguirá aumentando y lo pagaremos con cada vez más vidas humanas si no atacamos la raíz (del calentamiento): las energías fósiles”, dijo la presidenta de las Islas Marshall, Hilda Heine.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la activación de las medidas de adaptación para los impactos de calentamiento en 39 países insulares requeriría entre 4700 y 7300 millones de dólares anuales.
Pero la mayoría de ellos son considerados países de ingresos intermedios, y por ello se encuentran excluidos de la ayuda internacional y de la financiación a tasas preferenciales de los bancos de desarrollo.
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“Están atrapados en una tierra de nadie en la que no tienen acceso a la red de seguridad que representan los financiamientos de la comunidad internacional”, lamentó Achim Steiner, director PNUD, que defiende para ellos una reforma del sistema financiero internacional.
Los pequeños Estados insulares estiman que no saldrán adelante sin ayuda externa, aunque de todos modos tendrían que comprometerse ellos mismos a reforzar y diversificar sus economías para volverse más resistentes a los choques externos.
Entre sus ejes prioritarios se encuentran el desarrollo de las energías renovables y el impulso de la “economía azul” (por ejemplo a través de la pesca duradera) en archipiélagos con territorios terrestres muy pequeños, pero que cuentan con 19% de las zonas económicas exclusivas (espacio marítimo en el que un Estado ejerce su soberanía) del planeta.
Sin olvidar la promoción de un turismo más responsable para preservar una biodiversidad excepcional, especialmente los corales amenazados que atraen anualmente a los amantes del buceo.