Sudán vive una guerra civil olvidada. Ucrania y Gaza suelen acaparar la cobertura mediática de los conflictos internacionales. Pero en este lugar abandonado del este de África la situación humanitaria es dramática.
Se calcula que nueve millones de personas, sobre una población total de 45 millones, fueron desplazadas por el conflicto. Un millón y medio de sudaneses están desperdigados por distintos campamentos levantados en países limítrofes.
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Millones sobreviven en campos de refugiados en el sur del país, donde apenas llega ayuda internacional. La comida y el agua potable son un bien escaso. Los datos son alarmantes: Al menos un niño muere cada dos horas en el campo de refugiados de Zamzam, en la región de Darfur Norte, en la frontera con Sudán del Sur.
“Son 13 nenes por día que mueren por desnutrición severa. Y eso es solo en Zamzam. Hay un montón de lugares del país donde no hay acceso y no sabemos qué está pasando”, dijo a TN el representante de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el este de África, Jairo González.
Qué está pasando en Sudán
Esta es la tercera guerra civil que golpea a Sudán. La primera se extendió desde su independencia en 1955 hasta 1972. La segunda, entre 1983 y 2005, derivó en la división del país y la creación en 2011 del empobrecido Sudán del Sur, que también vive una difícil situación humanitaria con enfrentamientos armados de facciones opuestas.
La guerra actual estalló en abril de 2023. Tras un golpe de estado que derrocó al dictador Omar al Bashir, en 2019, tomó el poder una alianza cívico-militar muy inestable liderada por el general Abdel al-Burhan, jefe de las Fuerzas Armadas.
Pero las luchas de poder desembocaron en el conflicto. El general Mohamed Hamdan Daglo, antigua mano derecha del líder del ejército sudanés, se sublevó al frente de las rebeldes Fuerzas de Apoyo Rápido.
Los combates bañaron de sangre el país. En Jartum, la capital, los enfrentamientos fueron calle por calle. Hubo bombardeos indiscriminados de zonas residenciales. Las muertes entre los civiles se contaron por miles. La huida de la población, en medio de fuertes combates, fue inevitable.
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Hoy el país está devastado. Si bien se llegó a un acuerdo el 7 de noviembre para proteger a los civiles y permitir la entrada de ayuda, los combates no cesan. Es imposible viajar por el interior ante la violencia que impera en distintas regiones. Hay zonas completamente aisladas donde la ayuda no llega.
“La situación es tremenda. La violencia ha sido de unos niveles brutales. No se respetaron siquiera los centros de salud. Es dramático”, resumió González.
La situación humanitaria en Sudán alcanzó niveles dramáticos
Las cosechas se perdieron. El agua potable es escasa. Las campañas de vacunación quedaron en el olvido. Hoy el país vive una epidemia de malaria y hay un brote de sarampión.
“La ayuda humanitaria llega a cuentagotas y solo en algunas zonas. En las ciudades principales de Darfur del Norte llega algo. Sabemos lo que está pasando allí, pero no qué sucede en otras regiones donde no hay ningún tipo de acceso”, afirmó González.
Uno de cuatro niños está gravemente desnutrido
Un estudio realizado por Médicos sin Fronteras en el campo de refugiados de Zamzam, donde sobreviven decenas de miles de personas, arrojó resultados dramáticos.
“Casi una cuarta parte de los niños examinados estaba gravemente desnutrido, y el 7% sufría desnutrición aguda grave. Entre los niños de seis meses a dos años, las cifras eran aún más crudas: casi el 40% de este grupo de edad estaba desnutrido, y el 15% padecía desnutrición aguda grave”, señaló un comunicado.
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Según el relevamiento, “hay una situación de emergencia grave”.
Hoy los sudaneses apenas sobreviven. La tasa de muertes en ese centro de refugiados es de 2,5 por cada 10.000 personas al día, más del doble del umbral de emergencia. Pero hay más datos que encienden todas las alarmas: el 40% de las mujeres embarazadas y lactantes están desnutridas.
“Las ayudas llegan de ONGs internacionales y la ONU, pero los grupos armados no respetan la libre circulación. Es imposible llegar a zonas en emergencia”, afirmó González. El Programa Mundial de Alimentos no envía ayuda desde mayo pasado. Los refugiados pasan hambre: comen una sola vez al día.
Claire Nicolet, responsable de la respuesta de emergencia de Médicos Sin Fronteras en Sudán, resumió: “La gente pasa hambre. Lo que estamos viendo en el campo de Zamzam es una situación absolutamente catastrófica. Los niños con desnutrición severa que aún no han muerto corren un alto riesgo de morir en un plazo de tres a seis semanas si no reciben tratamiento. Su estado es tratable si pueden llegar a un centro sanitario. Pero muchos no pueden”, concluyó.