La pena de muerte se mantiene en el centro de diversos debates y sus derivaciones son tan amplias como sus polémicas: gran parte de las naciones musulmanas la utilizan con regularidad por delitos vinculados a la religión: otros, como Corea del Norte, la proponen como un aleccionamiento por cuestiones políticas; y en buena parte de África todavía es admitida como sanción. Por supuesto, Estados Unidos tampoco es la excepción.
Hace ya un siglo, el 8 de febrero de 1924, fue inaugurada la primera ejecución en cámara de gas. El método, que se avaló hasta en trece oportunidades en tierras norteamericanas, lo tuvo como damnificado inicial a Gee Jon, un ciudadano chino acusado de tener vínculos con la mafia. El joven de ascendencia cantona había viajado a San Francisco para residir en un barrio de su comunidad y, con el correr del tiempo, se transformó en miembro fundamental de una sociedad.
El grupo Hip Sin Tong, que se ocupaba de los narcóticos y de los licores, tuvo disputas territoriales con un conjunto rival que llevaron al crecimiento de las hostilidades. En ese contexto, el asiático recibió la misión de asesinar a uno de sus contrincantes de un disparo: el espionaje fue llevado a cabo por Hughie Sing, un aprendiz de 19 años que fue castigado con cadena perpetua.
La primera ejecución en cámara de gas en EEUU: el intento inicial que no funcionó
Al mismo tiempo, se había firmado recientemente un proyecto de ley que le daba curso legal al uso de gas letal en el Estado de Nevada, donde se había producido el crimen, una circunstancia que dejaba muy mal parado al ejecutante del tiro. El abogado de Gee, James Frame, consideró que se trataba de un castigo “cruel e inusual”, aunque su apelación fue denegada y hasta la propia Corte Suprema felicitó la iniciativa.
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Lo cierto es que la empresa California Cyanide Company era la única distribuidora de cianuro líquido en el oeste del país y se negó a entregarlo por “motivos de responsabilidad”, preocupada por eventuales denuncias. Así, el alcalde Denver Dickerson envió a uno de sus asistentes a Los Ángeles para recoger 20 libras del compuesto, que estaban contenidas en una unidad de fumigación móvil con un costo de 700 dólares.
En un principio, la intención era fumigar la celda del acusado mientras dormía -lo que causó la renuncia de cuatro guardias que no estaban de acuerdo con el procedimiento-, pero el gas acabó filtrándose y la operación no resultó fructífera. Finalmente, se instaló una cámara improvisada en la carnicería y las pruebas de su eficacia, que fueron positivas, se efectuaron con un gato. Luego, Gee fue atado a una silla y los testigos podían observar su muerte desde un costado.
Un procedimiento tormentoso que no se utiliza desde hace más de dos décadas
Mientras el chino lloraba, se rociaron cuatro libras de ácido cianhídrico mediante una bomba: el fallo en un calentador eléctrico provocó que la temperatura dentro del lugar fuera de 52 grados Fahrenheit, lejos de los 75 ideales. El mafioso perdió el conocimiento rápidamente y su cabeza se movió a lo largo de seis minutos hasta que permaneció inmóvil. Tiempo después, se abrió un respiradero y se encendió un ventilador para descargar la composición.
Por supuesto, no se llevó a cabo una autopsia al cuerpo para evitar la liberación del gas restante y las críticas no pararon en llegar. El periódico Jose Mercury News fue tajante con respecto a su opinión: “Dentro de cien años, Nevada será considerada una comunidad pagana controlada por salvajes, aunque solo con los símbolos externos de la civilización”. Las recomendaciones posteriores de las autoridades también fueron tendientes a la preferencia por el pelotón de fusilamiento.
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La última ejecución con cámara de gas en Estados Unidos tuvo lugar en 1999 en Arizona, aunque su naturaleza cruenta siempre estuvo en discusión y se suele optar por la inyección letal. De hecho, en abril de 2022, el recluso Clarence Dixon -que había asesinado a una estudiante más de cuatro décadas atrás- se negó a elegir entre uno de los dos métodos y acabó perdiendo la vida con la pena predeterminada, que no es dolorosa ni genera sufrimiento.