Stockton Rush, CEO de OceanGate y una de las cinco víctimas de la implosión del submarino Titán, sabía que algo catastrófico podía pasar con el sumergible.
En las últimas horas, se dieron a conocer algunos correos internos que recibió el cofundador de la compañía que realizaba expediciones para ver los restos del Titanic en los que se pedía dejar de usar el submarino hasta obtener una certificación que lo habilitara a navegar.
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En los mensajes que datan de 2018, Rob McCallum, un especialista en aguas profundas, le advertía a Rush los peligros a los que se podía someter en caso de lanzar expediciones con el Titán: “Creo que potencialmente te estás colocando a ti y a tus clientes en una dinámica peligrosa”.
“Hemos escuchado los gritos infundados de ‘vas a matar a alguien’ con demasiada frecuencia. Tomo esto como un grave insulto personal”, le contestó rápidamente Rush, enojado.
A su vez, manifestó que los “actores de la industria” estaban tratando de evitar que “los nuevos participantes ingresen a su pequeño mercado”.
Sin embargo, el experto McCallum insistía con que la nave no estaba certificada para realizar operaciones comerciales: “Hasta que un sumergible sea clasificado, puesto a prueba y comprobado, no debe usarse para operaciones comerciales de buceo profundo”.
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“Hay mucho más en juego en esto que el Titán y el Titanic. Te imploro que tengas mucho cuidado en tus pruebas y ensayos en el mar y que seas muy, muy conservador”, le dijo y agregó: “Por mucho que aprecie el espíritu empresarial y la innovación, potencialmente estás poniendo en riesgo a toda una industria”.
La respuesta del CEO llegó días más tarde y con el mismo tono de enojo con el que había contestado la primera vez, defendiendo su negocio: “El enfoque innovador centrado en la ingeniería del OceanGate va en contra de la ortodoxia sumergible, pero esa es la naturaleza de la innovación”.
En esa línea, remarcó: “Estoy bien calificado para comprender los riesgos y problemas asociados con la exploración submarina en un vehículo nuevo”.
Ante esa situación, McCallum no pudo evitar contestar en duros términos: “Serán las pruebas en el mar las que determinen si el vehículo puede servir para lo que pretendes hacer con él, así que nuevamente, ten cuidado y mantente a salvo”.
La compañía OceanGate, fundada por Rush en 2009, ofrecía a los clientes la oportunidad de realizar viajes a las profundidades del mar, incluido el lugar del naufragio del Titanic, a bordo del Titán, por un precio de US$250.000, pese a que la embarcación nunca fue certificada ni clasificada para hacerlo.