La principal meteoróloga de Ucrania colocó un panel solar en le techo de su edificio en la ciudad de Kiev para brindarle energía a su familia cuando se corte la luz a causa de los bombardeos por la guerra con Rusia.
En diciembre, Svitlana Krakovska puso en marcha este proyecto junto a su esposo. La idea, además de tener una fuente de energía más confiable, radica en proporcionarle luz a su pequeño hijo, un nene de 11 años con autismo.
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Al chiquito no le gustaba que la guerra apagara las luces. “Tenía mucho miedo”, dijo Krakovska a Insider Sustainability. Este temor surge porque el nene pasa muchas horas con otros chicos en refugios que se oscurecen cuando falta la electricidad.
La resistencia que brindan los paneles solares es parte de lo que Krakovska espera que salga de la brutal guerra con Rusia a un año del inicio. Este proyecto genera que todo el edificio, que consta de 10 pisos, tenga electricidad.
“Aunque el conflicto no muestra signos de alivio, es esencial trabajar ahora en un reinicio verde para el país”, dijo Evgenia Zasiadko, la jefa del departamento climático de Ecoaction, un grupo ambiental sin fines de lucro en Kiev. “Porque a menos que se desarrollen planes inteligentes antes del final de la guerra, Ucrania no estará lista para partir cuando cese la lucha”, remarcó.
Además, sostuvo que “encontrar formas de rehacer la energía, el transporte, los alimentos y otras infraestructuras será aún más necesario porque la guerra en sí misma está agravando los problemas de la crisis climática global”.
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En los primeros siete meses, el conflicto produjo unas 49 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono. “Eso es lo que produce un país del tamaño de Portugal en un año y han surgido más emisiones en los meses transcurridos desde que los investigadores compilaron la estimación”, sumó Zasiadko.
La titular de Ecoaction, señaló que hay grandes instalaciones solares en Ucrania donde un misil podría destruir algunos paneles, pero los restantes seguirán funcionando.
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Es por ello que surgió un proyecto en un pueblo cerca de Kiev en el que una pequeña clínica que había sido dañada por los bombardeos fue equipada con paneles solares y una bomba de calor de agua subterránea. El resultado es una reducción del 80 % en los costos de calefacción y una energía más confiable para mantener la clínica en funcionamiento.
Zasiadko insistió en que la guerra hizo que la lucha contra la crisis climática fuera más urgente. “Antes de la invasión de Rusia, la necesidad de reducir el uso de combustibles fósiles y tomar otras medidas parecía algo que se desarrollaría durante 10 a 15 años, dijo. Cuando comenzó la guerra, entendimos que tenemos que hacerlo ahora. No tenemos más tiempo”, sostuvo.