Un 30 de diciembre de 2006 se hizo efectiva la pena de muerte contra el dictador Saddam Hussein, decretada por la justicia iraquí. En ese momento tenía 69 años y se encontraba detenido desde hacía tres años. Los detalles de sus últimos días de vida y sus frases finales causan escalofríos.
En sus últimos días no mostró arrepentimiento ni pidió misericordia, según contó Muafak al Rubaie, ex Consejero de Seguridad Nacional de Irak y encargado de la ejecución de Hussein. “Fue un criminal, un asesino, un carnicero. Y lo fue hasta el final. En ningún momento escuché que pidiera perdón, que mostrara arrepentimiento. Tampoco imploró misericordia a Dios”, aseguró el ex funcionario.
Respecto de los últimos momentos de la vida de Hussein, recordó lo siguiente: “Ese día lo llevé a la sala donde estaba el juez, que le leyó todos los cargos en su contra. Hussein repetía ‘¡Muerte a los Estados Unidos! ¡Muerte a Israel!”.
El ex Consejero de Seguridad, luego de este trámite ante el juez, llevó a Hussein a la sala donde se iba a concretar la ejecución. Tenía los pies encadenados y tuvieron que alzarlo para que pudiera subir las escaleras.
“Llevaba saco oscuro y una camisa blanca. Estaba normal… Nunca dio aspecto de estar perdido o angustiado. No percibí ninguna señal de miedo en él”, afirma Al Rubaie. Él era el encargado de levantar la palanca para ahorcar a Hussein, pero cuando lo hizo increíblemente no funcionó. Otra persona que nunca se identificó hizo efectiva la ejecución.
La muerte de Saddam Hussein: “Doctor, esto es para los hombres”
“Saddam se puso de pie en el interior de la habitación con la soga delante de él. Enfocó su vista a mis ojos con una mirada penetrante y dijo: ‘Doctor, esto es para los hombres’, sin demostrarme temores”, relató.
En ese momento, testigos de la ejecución le gritaron “¡Viva el imán Mohamed Baqr al Sadr!”, en referencia a un opositor muerto bajo su presidencia , y “¡Moqtada! ¡Moqtada!”, el nombre de un sobrino y acérrimo enemigo del dictador. Hussein les respondió: “¿Se comporta así un hombre?”.
En los instantes finales, Saddam empezó a recitar la profesión de fe musulmana, pero no tuvo tiempo de terminarla. “Soy testigo de que no hay más Dios que Alá y que Mahoma…”, alcanzó a decir el ex dictador. La muerte lo interrumpió y no pudo concluir la oración con la frase “es su profeta”, recuerda Al Rubaie.
Aún conmovido por la situación que le tocó presenciar hace hoy 16 años, el ex Consejero de Seguridad aseguró que Hussein “merece ser ahorcado mil veces, vivir de nuevo y ser colgado de muerte”. Sin embargo tiene un sentimiento extraño sobre aquel día. “Es raro lo que siento al recordar la ejecución, porque esa habitación estaba llena de muerte”, dice.
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Raghad Hussein, hija de Saddam, nunca vio la ejecución y rechaza mirarla. “Los detalles de su muerte son desagradables y dolorosos. No me haría bien observar ese video. Lo que sí puedo asegurar es que mi padre tuvo una muerte honorable”, afirmó la mujer.
Su hija reveló al mundo cuales fueron las últimas palabras del dictador
Según la hija, las últimas palabras de Hussein fueron las siguientes: “Oh, pueblo honorable, le confío mi alma a usted y al Señor misericordioso, que no defrauda al creyente honesto. Alá es grande”. Así lo plasmó en un mensaje que difundió por la red social Twitter y que después eliminó.
Saddam ejerció el cargo de presidente de su país entre 1979 y 2003. En marzo de 2003 una coalición liderada por los Estados Unidos invadió Irak por una presunta posesión de armas de destrucción masiva y por sus vínculos con la organización terrorista Al-Qaeda, responsable del atentado contra las Torres Gemelas.
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Hussein fue derrocado y se mantuvo prófugo hasta el 13 de diciembre de 2003, cuando fue capturado por fuerzas norteamericanas. La justicia iraquí lo halló culpable de crímenes de lesa humanidad relacionados con el asesinato de 148 chiitas en 1982 y lo condenó a muerte.