En la tarde de este lunes trascendió que el neurólogo argentino Ricardo Cruciani apareció muerto en la cárcel de Rikers Island de Nueva York, donde estaba recluido. Según informó el diario New York Daily News, se habría ahorcado en un área de duchas.
El hombre de 68 años había sido declarado culpable en julio pasado por el abuso sexual de seis de sus pacientes y su sentencia estaba prevista para el 13 de septiembre.
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Cruciani nació y se formó en la Argentina, pero hace décadas que vivía en Estados Unidos. Era ampliamente respetado por sus credenciales: médico neurólogo, jefe del Departamento de Neurología de la Universidad de Dexter, miembro del servicio de cuidados paliativos de dos hospitales importantes de Estados Unidos y uno de los pocos en esa especialidad que se enfocaba en cuidar y proteger a los enfermos del dolor.
Sin embargo, salieron a la luz algunas denuncias de pacientes por acoso y abuso sexual durante 15 años en diversas ciudades norteamericanas. Según los fiscales, Cruciani usaba su entrenamiento psiquiátrico para manipular a sus víctimas.
En 2016, el médico se había declarado culpable de manosear a varias mujeres en Pensilvania. Tras presentarse ante un tribunal de Manhattan, pagó una fianza de un millón de dólares y quedó en libertad.
Un año después fue despedido de su último puesto en la Universidad de Drexel y se vio obligado a registrarse como delincuente sexual y entregar su licencia médica en un acuerdo con la fiscalía ese año.
Con los primeros casos, se destapó un modus operandi que tenía el neurólogo a la hora de “tratar” a sus pacientes y las víctimas comenzaron a pronunciarse. En total, hay 18 demandas civiles pendientes contra Cruciani en Pensilvania, tres en Nueva Jersey que cubren a 18 o 19 mujeres y una en Nueva York en nombre de 12 víctimas.
De acuerdo a la acusación, Cruciani les prescribía altas dosis de opioides a las víctimas para el dolor, que les provocaron adicciones posteriores. En ese sentido, creen que las medicaba para convertir los masajes en la espalda y los abrazos en ataques físicos y violaciones.
Pese a la gran cantidad de demandas, el abusador seguía libre y eso provocaba indignación entre las denunciantes porque interpretaban su libertad como “un arreglo para gente rica”. Es por ello que otras seis víctimas, esta vez del hospital Mount Sinai de Nueva York, presentaron el caso en Manhattan y se dio inicio a una nueva investigación que llevó al arresto del médico.
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Dentro de las denuncias, explican que la mayoría de las pacientes, de entre 31 a 55 años, describieron sus maniobras “perversas”, que incluían manoseos y besos y sexo oral forzado. Otra de las mujeres relató que el médico se masturbó en frente de ella, cuando sus avances fueron rechazados.
“Los hospitales ignoraron a sabiendas sus deberes de información y supervisión... y a sabiendas dejaron que Cruciani saliera por la puerta para que pudiera continuar con su conducta sexual depredadora en los sistemas de salud posteriores”, manifestaron en una de las demandas.
Estuvo en libertad bajo fianza de un millón de dólares hasta el pasado 29 de julio, cuando fue ingresado en prisión tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado, mientras esperaba su sentencia el mes próximo.
