El 26 de abril de 1986 se produjo una catástrofe que paralizó al mundo y provocó daños incalculables en Ucrania; el accidente en la planta nuclear de Chernobyl dejó terreno fértil para la posterior caída de la Unión Soviética, por entonces ya en vías de disolverse. Y la explosión, considerada como uno de los grandes desastres medioambientales de la historia, provocó una huella en las ciudades linderas a la central. Las causas que provocaron el horror fueron múltiples.
La planta, construida en 1972 con el objetivo de incrementar el uso de energía nuclear en la zona y convertir a la localidad de Prípiat en “la ciudad del futuro”, contaba con cuatro reactores del tipo RBMK, que eran condensadores de agua de alta potencia.
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Chernobyl: qué pasó en el interior de la planta nuclear
En la noche de aquel 26 de abril de 1986, los operadores avanzaron con una serie de pruebas tendientes a crear un nuevo procedimiento de seguridad ante un eventual corte eléctrico para que los generadores pudiesen seguir proporcionando energía. Para ello, la circulación del agua debía mantenerse en el cuarto reactor y que todo siguiese funcionando con normalidad a pesar de su enfriamiento.
De todas formas, las circunstancias para efectuar los ensayos no eran las más propicias, ya que tres intentos anteriores habían fallado sucesivamente y en esa ocasión, hubo una demora de diez horas que generó que uno de los encargados preparados para participar de la experimentación no estuviese disponible.
La impericia de parte de los operarios, desequilibrios previos que generaron un aumento inesperado e incontrolable en la potencia y las nulas condiciones de seguridad por la falta de un ente regulador independiente, pergeñaron el peor accidente nuclear de la historia junto con el de Fukushima.
El sobrecalentamiento del sistema generó incendios en el interior que despedían gases con partículas altamente radioactivas, tales como plutonio, estroncio, cesio y yodo. Al mismo tiempo, se sucedieron dos explosiones que volaron la tapa del reactor 4, que pesaba alrededor de 1.200 toneladas, así como también diferentes bloques de granito que oficiaban de barrera.
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Qué consecuencias trajo el desastre de Chernobyl
De ese modo, fueron despedidas grandes cantidades de material tóxico debido a la nula resistencia. Ya a esas alturas, cualquier intento de respuesta por parte de los trabajadores del lugar no surtía efecto; por el contrario, la exposición a los gases aseguraba una muerte lenta pero dolorosa. Dos de los empleados, de hecho, fallecieron producto de los estallidos.
La contaminación comenzó a extenderse y llegó a abarcar un área de 150.000 kilómetros cuadrados, englobando a países como Bielorrusia, Ucrania, Rusia, y otras naciones de Europa central y oriental, que activaron la alarma internacional de inmediato.
Igualmente, la población de Prípiat recién fue evacuada 36 horas después del accidente, y otras 67.000 personas debieron abandonar sus hogares en las semanas posteriores. El famoso parque de atracciones de la ciudad, que se iba a inaugurar el 1° de mayo para celebrar el Día del Trabajador, nunca entró en funciones y se convirtió en una instalación fantasma.
Años después, se supo que el reactor RBMK, hoy obsoleto, no había sido autorizado por las potencias occidentales y que sus prácticas operativas no eran homologables, por lo que difícilmente hubieran sido permitidas.
En total, 600 mil personas, entre trabajadores, bomberos, militares, mineros o personal sanitario, recibieron dosis de radiación por los trabajos de descontaminación posteriores al accidente. De ellos, más de 100.000 fallecieron en años posteriores a consecuencia de la exposición radiactiva. Además, se estima que más de cinco millones de personas vivieron en áreas contaminadas.
En 2000, Ucrania paró definitivamente la unidad 3, que se erigía como la única que continuaba funcionando, y si bien se puede visitar la zona de exclusión como turista, las condiciones ambientales del lugar impiden vivir en la zona. Las circunstancias que rodearon una de las peores catástrofes de la historia son irrepetibles y sus efectos todavía se pueden vislumbrar: los elementos contaminantes recién desaparecerán absolutamente en 24.000 años.