Ya pasó la primera semana de esta cumbre sobre el cambio climático, la que para muchos especialistas debería ser la que marque un antes y un después. ¿Cuáles son los avances a esta hora? No tantos como se esperaba. En otras cumbres a esta altura ya había anuncios concretos, pero por ahora lo que tuvimos fueron anuncios políticos.
Queda una semana por delante e incluso puede llegar a atrasarse algunos días. Ahora ya sin los flashes ni de los guardaespaldas, ni los presidentes, son los equipos técnicos los que tienen que llegar a un consenso sobre cómo implementar el Acuerdo de París, y de cómo llevar a cabo el cambio que se necesita para mitigar y reducir el impacto negativo sobre el planeta y adaptar los cambios necesarios del mundo al cambio climático.
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En los primeros dos días, cuando estuvieron los presidentes con sus grandes comitivas, además de las fotos y de discursos rimbombantes, aprovecharon para generar consensos y acuerdos pero que no son vinculantes, es decir que si después no se cumplen no pasa absolutamente nada. Esto ocurrió por ejemplo con la idea de que no haya deforestación en el 2030 o respecto a la reducción de gases de metano en un 30%.
¿Qué es lo que sucede con todo esto? Según se comenta en los pasillos de la cumbre, estos anuncios de alguna manera dejan de lado lo verdaderamente importante que son las negociaciones para implementar el Acuerdo de París. Son anuncios que generan repercusión mediática, que eclipsan los titulares y que corren el eje de la discusión.
Y por supuesto que estas cumbres también son políticas. El país organizador quiere quedar como el que logró finalmente un avance y es por eso que impulsan este tipo de consensos, pero que nada tienen que ver con lo que se vino a discutir a esta cumbre. Por eso es necesario volver el foco de atención a las negociaciones.
¿Qué dicen las calles de Glasgow?
Lo que sucede en el centro de convenciones de la cumbre sobre el cambio climático es importante porque es lo que termina definiendo la política climática, pero también es sumamente importante lo que sucede en las calles, y de hecho en los últimos dos días hubo manifestaciones masivas. Primero el viernes, con miles de jóvenes caminando por las calles de la ciudad escocesa pidiendo por acciones y no promesas. Basta de “bla, bla, bla” decían varios carteles. Esta marcha la organizó la agrupación de Greta Thumberg, la joven sueca. Contó también con la presencia de varias argentinas y cerró con las palabras de Greta, que directamente calificó a la cumbre como un “fracaso”, más allá de que todavía queda una semana.
Este sábado hubo otra manifestación. Fue el día global por la acción y la justicia climática y hubo 100.000 personas, a pesar de la lluvia y el frío. Quizás los escoceses estén acostumbrados, pero era impresionante ver la cantidad de gente. Hubo grupos de colegios, grupos de música y había partidos políticos también. De hecho, el único momento de tensión fue con el Partido Comunista al que la policía en un momento decidió sacar del desfile pero después fue todo pacífico.
Disfraces, muchos carteles pidiendo también por distintas luchas, algunas que tenían que ver con pedidos puntuales, más locales, y otros más globales, como por ejemplo que no hay un planeta B, o que hay que reiniciar el sistema.
Pero lo que más me llamó la atención es que existe una especie de conciencia de clase global pidiendo justicia climática. ¿Qué es la justicia climática? Que no todos los países están en la misma situación, sobre todo los que están en vías de desarrollo. Entonces lo que se pide es que los países desarrollados acompañen financieramente (porque sin dinero no hacemos nada) la adaptación a la crisis climática por parte de los países en desarrollo, como por ejemplo la Argentina.
Estos encuentros internacionales pueden ser bastante shockeantes para el ego argentino. Aquí nos damos cuenta que la posición de nuestro país no es muy relevante de hecho, se negocia en bloque junto con países limítrofes con los que estamos en la misma situación. No obstante, hay mucha expectativa por el financiamiento y con el artículo 6 que establece o regula el mercado de bonos de carbono.
La conciencia de saber que tenemos un montón de prioridades y de desigualdades, también estuvo presente en las calles de Glasgow. Ojalá que sea escuchado por los políticos porque es uno de los puntos más relevantes a tratar en esta cumbre sobre el cambio climático, es decir el financiamiento climático, una promesa de 100.000 millones de dólares que está pendiente hace 10 años.
Las calles de Glasgow piden acciones, una hoja de ruta concreta y no tantas negociaciones, que lo único que hacen es posponer el día de inicio del cambio.